
AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
DIA: 36
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Nos pasamos la vida jugando con Dios, haciéndole creer que hemos cambiado, que hemos abandonado el pecado, que estamos arrepentidos, abusamos de su misericordia y comprensión.
Son estas actitudes las que podrían desatar la ira de Dios, la cual Él expresa con mayor frecuencia cuando entrega a las personas a las consecuencias inevitables de sus acciones.
Nosotros provocamos los fracasos, desgracias, tormentos en nuestras vidas y Dios al ver tu comportamiento poco sensato, tu actitud falsa de quererle hacer ver lo que no eres, de quererte valer por ti mismo, asumiendo un comportamiento de pecado, de maldad y traición, él no te evita las consecuencias, te deja vivir tus propios aprendizajes, él expresa su ira entregando a los seres humanos a las consecuencias lógicas de sus decisiones, dándole a los seres humanos lo que quieren, lo que han elegido, y esto por el respeto a nuestra libertad.
La ira divina no es lo mismo que la ira humana. «Los profetas nunca (retratan) la ira de Dios como algo que no puede ser explicado, impredecible e irracional. Nunca es un estallido espontáneo, sino una reacción provocada por la conducta de los humanos… y motivada por la preocupación por el bien y el mal», (Rom 1) porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.
Después de describir la impiedad e injusticia del hombre en Romanos 1, Pablo dice en el versículo 24: “Por lo cual Dios los entregó a la impureza, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos”. En otras palabras, Dios revela su ira contra el pecado al entregar a las personas para que sean más pecadoras.
Bíblicamente hablando, la ira divina es la respuesta correcta y justa de Dios al pecado, dicho de manera positiva, la ira, en perfecta armonía con todos sus atributos divinos, es la acción santa de justicia retributiva de Dios hacia las personas cuyas acciones merecen la condenación eterna.
Víctor Martínez te invita a no jugar con Dios, a no usarlo a tu conveniencia acudiendo a él sólo cuando se te aprietan las cosas, a no tenerlo ahí como el vestido que te pones para ocasiones particulares, Dios debe ser el centro de tu vida y recuérdalo él lee tus pensamientos, lo ve todo y escudriña tu corazón.
Ana Cecilia Mejía estará orando junto a nosotros durante estos días santos, por nuestras necesidades.
Hasta la próxima