Cárcel de La Victoria: un cementerio de hombres vivos carcomido por la corrupción

Buenos días…
Recibimos varias llamadas desde el penal de La Victoria y de familiares de reclusos. Todos coinciden: «lo que publicamos es cierto, pero se quedamos cortos».
Nos cuentan que quienes no se dejan extorsionar por los “controles” internos (que también son reos) o por los propios policías, son castigados: les prohíben salir de sus celdas y, en ocasiones, reciben golpizas.
Y lo peor: al penal entra “polvo blanco” y “cilantro” como si fueran arroz y habichuelas. ¿Y las autoridades? Se hacen las locas. “Miran para otro lado”, y eso nos dijo un reo.
Ojalá la Procuraduría, con Yeni Berenice Reynoso a la cabeza, ponga orden en este desmadre. Que investigue la podredumbre de La Victoria y de paso, pase la aplanadora en la Dirección de Prisiones, porque ese director, según las denuncias, ya huele mal.
Aclaremos: lo de La Victoria no es nuevo. Es la misma historia de siempre, pero ahora en versión más descarada y burda.
¡Ah! Nos llamaron oficiales superiores de la Policía y del Ejército. ¿La queja? El coronel Rosa Pichardo permite que dos reclusos, peligrosísimos, anden trajeados como empresarios dentro del penal. Y afirman que ese coronel es parte del desorden y la corrupción. ¡Ave María Purísima!

La verdad es que el coronel Rosa Pichardo parece más un administrador de reclusos VIP que un oficial de orden. En La Victoria, dicen que los delincuentes de peso se pasean con traje y corbata, mientras los demás reos son exprimidos por “los controles” y hasta los propios policías.
¿Quién controla a quién en ese penal? Porque lo que se escucha es que el verdadero negocio no está en las celdas, sino en las oficinas.
¡Presidente Abinader! Si no mete la mano, La Victoria seguirá siendo el reino de la corrupción con uniforme.
Si el presidente Luis Abinader hubiese actuado como debía, cuando recibió las auditorías que destaparon las irregularidades en organismos policiales, otra cosa sería. Pero no… dejó pasar, y ahora la corrupción policial se multiplica. Investiguen lo que está pasando. Especial en el área de combustible.
Esas auditorías, que sepultaron la cacareada “reforma policial” de Abinader, Faride y el PRM, merecen una misa de difunto. ¡EPD!
Mientras tanto, los asaltos siguen imparables. A cada rato se escucha: “atracaron a fulano… despojaron a perencejo… le llevaron el motor a mengano”. ¡Un relajo!
Y ojo, presidente: las zonas turísticas no se salvan. POLITUR tiene que ponerse las pilas, porque cada día reportan asaltos en lugares donde debería respirarse tranquilidad.
Pero lo más grave: el microtráfico cerca de las escuelas. Presidente, eso no puede seguir. ¿Cómo es posible que los puntos de droga funcionen con protección y a plena vista, incluso en los alrededores de templos e instituciones educativas?
¿Y las escuelas? Llegan gritos de todo el país: falta de aulas, baños destruidos y un presupuesto que nadie sabe dónde aterriza.
Por cierto, Nos informaron que Nelson Gutiérrez, este lunes, accionará contra quienes lo acusan de difamación e injuria. Depositará pruebas en la Procuraduría. ¡Yeni! Si no hay complicidad, esa denuncia debe investigarse, caiga quien caiga. Y que Guzmán Peralta explique por qué su gestión en la DIGESETT está certificada por una auditoría como un desfalcador de marca mayor.
Los apagones también “pican y se extienden”. Aunque en muchos lugares ya no son apagones, sino “prendiones”. Llama usted a Villa Mella: no hay luz. A Montecristi: diez horas sin luz. A Sabana de la Mar: se fue anoche y no ha vuelto.
Presidente, póngase la pila, sin broma, y péguele el foete a sus funcionarios. Y si no tiene uno, pídale prestado a la coronel Isabela, la misma que le entró a golpes al Defensor del Pueblo.
Para rematar, el dólar en algunos sectores ya se vende a 63 por 1. ¿Qué está pasando?