La corrupción se ve, pero no se toca

Por Augusto Álvarez
Resulta altamente difícil establecer de manos de cuáles fantasmas, llegó acompañada la corrupción, pero aquí está y parece que para quedarse.
La sabiduría del presidente Joaquín Balaguer reconoció que ella (la corrupción) se detuvo en la puerta de su despacho. Sin embargo, quizás por ironía o por sus limitaciones visuales o ¿descuido de su seguridad?, no supo de los fantasmas que andaba con ella.
Posteriormente, el mismo mandatario se refirió a matices o eslabones de la corrupción al citar la ración del boa, así como al «picoteo» o mordida, como se estila en México.
No sería un apresuramiento mental, decir que en nuestro país, la corrupción es lo más comparable con la sombra, pues podemos verla, pero nadie la toca.
En algunos países donde el brazo fuerte de la justicia no discrimina (puede o no ser un régimen militar o una clásica «democracia») suelen dar golpes certeros a los corruptos.
Aquí, hablar de la corrupción es una farsa falsa de los ¡opositores!, donde se incluiría el exembajador de Estados Unidos, a quien se emplazó a probar dicha corrupción.
En sentido general, la corrupción está siendo perseguida por dos toros, el oficial que persigue su sombra, y la oposición ¿quién logrará frenarla?
Nidos en los cuales se incuba la corrupción, están ante la vista de quienes saben leer donde dice ¡Peligro! y punto.