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REFLEXIONES: Acción del Espíritu Santo en el Matrimonio

  AYUDAME A SALVAR UNA VIDA  

 

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Hola amigos, ¿qué tal? El Padre a través de los dones del Espíritu Santo, santifica, fortalece, une y bendice la unión matrimonial, sellándola como selló a su Hijo Jesús con su Iglesia.

Esa unión indisoluble de un hombre y una mujer, comprometidos a vivir de acuerdo a las prescripciones de su Iglesia, divina institución, es el matrimonio registrado en Génesis. “Dijo Adán, esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:23-24).

Dios creó al hombre y después hizo a la mujer para complementarlo. En la Biblia, el matrimonio es la «solución» de Dios para el hecho de que «no es bueno que el hombre esté solo» (Génesis 2:18).

Así como la biblia describe el primer matrimonio, usa la palabra «ayuda» para identificar a Eva (Génesis 2:20). “Ayudar” en este contexto significa “rodear, proteger, ayudar, auxiliar, socorrer”. Eva fue creada para estar al lado de Adán como su “otra mitad”, para ser su auxilio y ayuda.

 

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Un hombre y una mujer cuando se casan, se convierten en “una sola carne”. Esta unidad se manifiesta más plenamente en la unión física de la intimidad sexual. El Nuevo Testamento añade una advertencia a esta “unidad”. “Así que no son dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios unió, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6).
Víctor Martínez desea recalcar dos aspectos fundamentales del matrimonio, primero, este es un sacramento instituido para toda la vida, indisoluble, el cual ningún humano puede deshacer, ni romper, por eso piénsenlo bien antes de casarse por la Iglesia.

Y lo segundo que deseo hacer notar, es que no es bueno que el hombre esté solo, para que no fracase y sucumbe enfermándose física, mental o espiritualmente, es por eso que llega la mujer, como su salvadora, a acompañar, a fortalecer, a ayudar, como parte principal de la vida del hombre, quien sin ella no puede vivir, por tanto, ella se merece fidelidad, respeto, amor puro y un trato delicado, fino y cortés.

Dios bendiga a quienes las saben apreciar.

Hasta la próxima.

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