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¿Coronel, vocero o cura?

Quisiéramos recordar cuándo fue la primera vez en que el cuerpo de orden público se vio precisado a improvisar un hombre de sotana como vocero.

Parecería más el despertar de un hombre recién llegado del lugar donde espera la mina del rey Salomón, a buscadores de riquezas rápidas, al dar el mandado al senador.

En lugar de dar la cara por el cuerpo, hubiese sido preferible oral por las víctimas de la delincuencia, en especial por sus hermanos de armas, y aquellos que culpables o no, la pena de muerte no existe en nuestro país.

Es cierto, no basta rezar, dice una canción, mientras preferimos confesar no tener experiencia religiosa, sin embargo, sería importante que el capellán deje que los políticos cumplan su rol, tal como él solicita para los suyos.

En polémicas con los políticos, casi siempre la sotana queda mal parada ¿debemos citar a modo de ejemplo, casos concretos?

Se habla de una «comisión investigadora» para esclarecer el asesinato del coronel Daniel Ramos Álvarez, será de ahí de dónde se arroje luz sobre el bochornoso suceso?

Enfrentar la delincuencia con firmeza es un deber de la fuerza pública, sin hacer clasificación de la misma, no importa se trate de un cuello blanco o uniformado, o un busca vida de barrio, pues de lo que trata es de hacer que la justicia sea justa.

Nos habría gustado escuchar del capellán policial, algo sobre los feminicidios, así como de los actos bochornosos de religiosos pedófilos, obviados quién sabe por qué.

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