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Los sollozos de la bestia

Las ratas siempre piden ¿perdón? por crimen imperdonable

Por Augusto Álvarez

Llorando, dándose golpe de pecho, constituyó la autodefensa de un subproducto social.

El, Luis Fernando García, un desgraciado y confesor de haber violado y estrangulado a una niña de diez años, dijo no querer hacerlo.

«Estaba pasado de alcohol, de droga», declaró sollozando a los periodistas, mientras la policía le conducía a prisión.

El verdugo de la menor, no tiene espacio ni en la calle ni la prisión, y hasta es posible tampoco encuentre un lugar en el corazón de su gente.

Poner fin a la inocencia de una criatura constituye un crimen por partida doble ¿cómo ha de ser su estadía en prisión?

A raíz de conocerse la noticia de la violación y muerte de la menor, la gente creyó que, en su huida, la basura humana «caería en un intercambio de disparos» con la policía.

Esto no sucedió, porque se trataba de una rata venenosa y este tipo de alimaña, la Policía no la saca de circulación.

Es posible que, entre Sollozos, Luis Fernando García pida el perdón divino. No obstante, preguntamos, ¿los dioses se han vueltos locos?

Si el volador y asesino tuvo agallas para quebrar, primero, la inocencia y luego quitarle la vida ¿qué puede esperar ahora?

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