Tiempos de pobreza y derroche del trujillato

A mediado de la década de los años 50, la pobreza era tal, que los niños intercambiaban cangrejitos por botones.
Tiempos de hambruna, semanas aniversarios, derroche del trujillato en grandes construcciones, además de Pica piedra.
Recuerdos que se arrastran como el cono de gofio, el «borracho» (si no sabe lo que es, pregunta al abuelo), y hasta la «lengua» que se compraba durante el recreo en la escuela.
Nadie recuerda el significado de ir a «marotear» a Mata Hambre, pero los abuelos capitaleños sí, ¿por qué no preguntarle?
Asistir a la cercanía de la avenida San Martín y la calle Ciudad de Miami, para contemplar a distancia la celebración de la Semana Aniversario, revela la ingenuidad de la niñez de la época.
Era un momento de cacería silenciosa de conspiradores, de quienes se jugaban la vida enfrentando al tirano opresor.
Entonces, en la Villa de las Hortensia el sello de originalidad había empezado a desaparecer en la ruta hacia el Cibao Profundo… por esa razón, pedíamos agua y nos daban en un “jarro pichao”.
Naturalmente, la diversión copa a los 4 puntos de nuestra geografía, en Navarrete Martina Bocito, en el París Chiquito La Arena…
La avenida Duarte (antes José Trujillo Valdés) constituía un jardín sembrado de corrupción, donde los placeres estaban al alcance de los bolsillos y la ampicilina.
Excluir a Los Pinos, a Melitón, Tony Echavarría y otras figuras de un ayer donde las mariposas y el alcohol se entrecruzaban con el terror y la muerte política.