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La honestidad de la moneda

Aunque muchos quizás lo duden, la moneda, pese a tener dos caras o lados, es honesta en un ciento por ciento.

La persona cambia, la moneda es pieza de cambio, durante una transacción comercial, en cualquier actividad bursátil, el peligro de la moneda (el dinero) es quienes negocian con ella, la persona, es responsable en todo.

Si por el dinero que fragmenta la familia y es capaz de matarse entre, la moneda, el dinero podría pausar, pero nunca se detendrá.

Las dos caras de una moneda, aún perdiendo ella su valor, siguen inalterables. En cambio ¿un brusco de statu económico de una persona le conduce a olvidar sus raíces, familiares y viejos compañeros?

Siempre, recordamos algunos episodios reales que nos retratan como seres humanos.

Durante la administración de José Stalin, en la Unión Soviética, un diplomático en desgracia regresó ¿y qué sucedió? Encontró en el aeropuerto a quien por los últimos 12 años fue su hombre de confianza, y al verlo, le negó el saludo, así somos.

Aquí los ejemplos adquieren ribetes multiplicadores, resultando alto difícil que un militante de base (salvo en tiempo de campaña), logre del antiguo compañero,  ya en las alturas, una llamada de esperanza.

¿Recuerdan a una señora de Miami, enferma y que ningún hijo se dignó visitarla? Esta, antes de morir, hizo testamento en favor de su perro.

Durante su enfermedad, los hijos y otros posibles parientes, se alejaron, la dejaron únicamente con su perro fiel, y al morir ella, fue el beneficiario legal de su herencia.

Como se aprecia, la moneda, pese a tener dos caras, no ha traicionado, mientras, la ambición amplia la brecha familiar.

 

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