La visión del águila

En un mundo globalizado, pocas cosas se producen por obra y gracia de un chepazo, y dentro de tal razonamiento, se insertan Colombia y Brasil.
La situación de Venezuela en la mira del Águila recomendaba varias previsiones, entre ellas, cubrir los flancos.
En lenguaje llano, tener buenos aliados en Brasil, sin descuidar a una Colombia que, hasta por razones de idioma, podría ser útil al llamado oportuno de los dioses.
Sin negar el estado real de la Venezuela del presidente Nicolás Maduro y de una economía que se tambalea estrangulada por un conjunto de faraones, esa Venezuela se mantiene en pie.
Tras el primer gran fracaso en que utilizando la frontera colombo-venezolana, cuando se trató de llevar «ayuda humanitaria» violando los mecanismos, se podría el pueblo preguntar ¿qué viene ahora?
Es probable que el presidente Iván Duke no alcanzara visualizar que se movía a espalda suya, al extremo que hizo coro cuando se incendió en su propio territorio la «ayuda humanitaria».
Mientras, en Brasil, el presidente Bolsonaro, en lugar de meter (de gratis) la mano en algo que no es suyo, está bregando con su salud y las limitaciones mentales.

Así vista la real realidad de Venezuela, también se observa a un designado títere, al parecer disfrutando de su amistad con narcos.
Sin embargo, ¿cuántos apostaron a la rápida caída del presidente Nicolás Maduro? En realidad, una cosa es con guitarra y otra muy distinta es con violín, y desde las alturas ¿cómo distingue el águila un topo de un ratón?