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La decencia se impuso en el PRM

Por Augusto Álvarez

La recién finalizadas primarias, en el Partido Revolucionario Moderno (PRM), reafirma el nivel correcto de hacer política.

Unas precampañas, sin golpe bajo, sin fisuras entre aspirantes de una misma traba, donde el fantasma del “concordazo” de 1985 y Felipa Gómez forman parte de un recuerdo traumático.

Antes de reiterarse a cuidar nietos, el expresidente Hipólito Mejía, hizo lo que nunca se hizo, reconocer la victoria del licenciado Luis Abinader.

La trama fraudulenta se orientó en una dirección, concretamente a un sector del partido oficial.

Tras el final del conteo, luego de la auditoria forense, mientras se discuten posibilidades de ir en otra entidad política, el Partido Revolucionario Moderno (PRM) estrena un educador anuncio, donde se deja ver la otra cara de hacer política.

En béisbol la edad impone tiempo de irse a casa, pues la fuerza bruta acelera la reducción de la productividad, mientras en política la ambición retrasa el retiro.

Quienes compiten en el partido oficial, por más allá del arte del trucaje, también saben conceptualizar ¿y después qué?

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