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La OEA de Almagro es un sello gomígrafo

Por Augusto Álvarez

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), es un gran conocedor de sus responsabilidades.

El señor Luis Almagro (un uruguayo de nacimiento), quizá signifique una vergüenza para algunos pensantes de su propio país. Sin embargo, desde  una Latinoamérica fragmentada, es posible que encuentre quien endose su gestión.

Desde su nacimiento, en 1948, en Colombia, la OEA, y en especial, la persona  que figure a su cabeza, sabe cuál es su rol y para que se decidió su existencia.

Al recordar el golpe que sacó del poder al presidente Zelaya Rosales,  ¿cuál fue la posición de la OEA en Honduras?

En su momento, el líder cubano Fider Castro, calificó a la organización, que ahora ¿dirige? Almagro, de ser un «ministerio de Colonias».

Sería importante que nuestros lectores, por propia iniciativa, comparen la realidad de Bolivia, antes y después de Evo Morales.

En realidad, exculpar al señor Almagro, por las decisiones del organismo internacional, es similar que culparlo, pues ¿un ministro piensa y decide por cabeza propia o recibe instrucciones?

Un gobierno que no endeude a su nación, tomando préstamos hasta para construir un retrete o para una prótesis, no beneficia a los intereses internacionales y, por tanto, está en la miras del águila, eso y la locura del referéndum, fueron fallas de Evo Morales.

Mientras, Almagro espera instrucciones ¿que se cocina para un Haití, donde el hambre extrema y la miseria ancestral amplia la fosa en una adelantada muerte?

Sólo boronas se dejan caer sobre Haití, algunos vitamínicos para mantenerle respirando, pero al carecer de minería, de petróleo y otros recursos que puedan potencializar dicha nación, no hacen de esa parte de la isla, una prioridad para los grandes poderes.

Desde que el Departamento de Estado diseñó y creó a la Organización de Estados Americanos (OEA), en 1948, ¿para qué dejarle seguir metiendo sus narices en nuestras naciones?

 Es tiempo de gritar, no más OEA, pues para nada sirve, salvo para ampliar la dependencia.

 

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