Trump, tira la piedra y esconde la mano
Las informaciones relativas al frustrado intento para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro, tienen varias lecturas.
La primera es que Estados Unidos no desea dar directamente la cara, aunque está metido hasta el cuello en los esfuerzos para tumbar a la administración chavista.
La otra es que la inclusión de mercenarios y de asesores altamente calificados, es una vieja fórmula de los organismos de inteligencias, que incluso se ha llevado a la pantalla.
La otra, ¿cómo confiar en Juan Guaidó, un hombre fabricado para negociar y desconocido en su propio país?
Otra, el contrato y reclutamiento se da en Miami, dado el poder de los cubanos en el Estado de la Florida, y su posterior llegada a Colombia,, donde las autoridades aceptarían todo cuanto venga del norte.
Otra, se trata de una acción encubierta de alto riesgo, en la cual Guidó, aunque haya firmado, nada del cuándo debe saber.
Otra, mientras se acercaba la hora cero en La Guaira, alguien preguntó por los militares que desertaron, y obtuvo como respuesta que no eran confiables.
Otra, donde se pone de manifiesto la gran camisa de fuerza de Guidó, es que él ignora que los mercenarios y la delincuencia no trabajan para cobrar después con petróleo, sino ahora y efectivo.
Otra, la administración del presidente Donald Trump, ya no valora los consejos de Mike Pompeo ni del senador Marco Rubio. Sin embargo, ha descuidado su propia campaña, mientras el coronavirus y la economía producen estragos.
Otra, la administración Trump sabe de ex oficiales de nivel, de Estados Unidos, están siendo interrogados en Venezuela, pero como » hemos actuaron por cuenta propia», no importa lo que puedan decir.
La última ¿asistiría Juan Guaidó a la próxima toma de posesión del presidente que resulte electo en Estados Unidos, en calidad de invitado especial?
Finalmente se está produciendo un triangulo conspirativo entre Miami, Colombia y desemboca en Venezuela, y ahí sabremos si de La Guaira se produjo el reventón.
