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Juana Castillo se defendió con el arma de su agresor

Por Augusto Álvarez

La vida es una caja de sorpresa, y el caso de una campesinita de El Seibo, doblemente triunfadora, así lo confirma.

Se trata de Juana Castillo, una atleta altamente calificada, y en la creencia de haber encontrado el amor en un hombre mayor que ella, lo que realmente encontró  fue un camino sembrado de grapas.

Encontró la fama en el deporte y también un uniforme que, en cierto modo, simplificó ser menos golpeada por la miseria.

El pasado martes, en La Higuera, una comunidad rural de El Seibo, su compañero celoso, la habría reclamado por haberse ausentado donde su madre, la golpeó, y en fracciones de segundos la punta de una tijera, penetró en el cuerpo de Luis Disla, su compañero sentimental.

Una tijera que, precisamente, el sujeto quería utilizar para cortarle el clítoris para que ella, no pudiera ser de ningún otro hombre.

Se dijo que la atleta había puesto una denuncia por violencia intrafamiliar en la Fiscalía, pero la misma no había sido procesada.

También se dijo que la propia deportista fue quien llevó a su compañero sentimental al centro médico local, de donde fue trasladado al hospital Antonio Musa, de San Pedro de Macorís, aunque murió en el trayecto.

No se trata de ignorar una muerte, la cual se produjo quizás como respuesta de una mujer abusada, a juzgar por los vecinos de la pareja.

 

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