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Los seguidores de las Reflexiones

Allá por los años viejos, nos tocó vivir al lado de una de las mejores voces de la locución dominicana, perdí en el tiempo la localización del talentoso profesional.

Aunque no tengo la creencia del autor de Reflexiones, estoy inscrito en la nómina de darle su chequeadita en la casi totalidad de los casos ¿por qué?

Simple, el doctor J. A. Bruno Pimentel, uno de los locutores estrella de su época, siempre iniciaba sus intervenciones con lo que era su carta de presentación: ¡Hola qué tal!

Tiempos de limitaciones económicas, donde un artista de primera o deportista, solían compartían con un cabo o teniente, podían vivir haciendo lo mismo para sobrevivir, mientras el carrito cepillo velaba los sueños.

Todavía, en la hambruna colectiva, la inocencia florecía, y posiblemente el doctor Bruno Pimentel, o sabía quién era, o dejaba a la imaginación posterior, que hurgaran sobre ¡Hola, qué tal!

De las Reflexiones del maestro y psicólogo  Víctor Martínez, decidimos regresar en lomo de rocinante, por los predios de la calle Ciudad de Miami, hoy Tejada Florentino, pues viajar en alas de los recuerdos, es muestra de vida.

Aunque sea de oída, el autor de Reflexiones, que por favor, respete la  parte que entienda resulta irreverente, y admiro su entrega diaria, pues al margen de cualquier dogma, mi reino es de este mundo.

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