REFLEXIONES: La imposible me quiere

Hola, amigos, ¿qué tal? ¿Recuerdan algunos de ustedes aquella poesía que recitaba Juan Llibre que se titulaba la imposible me quiere? Decía así:
La imposible me quiere, ya no puede negarlo, ya no existe la duda ya no existe el temor, ya he leído en sus ojos lo que callan sus labios y aunque baja la vista pretendiendo ocultarlo, a sus ojos divinos se ha asomado el amor
La imposible me quiere, me lo ha dicho el latido de su pecho de nácar junto al mío al bailar y al tenerla en mis brazos con placer he sentido de sus labios de rosa escaparse un suspiro, divulgando el secreto que ella quiere ocultar.
La imposible me quiere, ya no hay dudas posibles se ven todos sus gestos se ve todo en su ser, pero teme mirarme, porque teme decirme, que a pesar de adorarme sigue siendo imposible, que a pesar de quererme no me puede querer.
La imposible me quiere, más los dos comprendemos que a pesar de querernos lo debemos callar, adorada imposible, nuestro amor ocultemos y en el fondo del alma para siempre guardemos, este amor imposible que se debe ocultar.
Esa era una de las preferidas de Víctor Martínez, a los muchachos les encantaba que la proclamara debajo de la ventana de alguna de las chicas que se las daba de difícil e imposible.
Así éramos la juventud, sana, romántica, no había peligro de andar a media noche dando serenatas, nuestros padres dormían tranquilos, pero Dios era siempre el centro de nuestros hogares. No importaba a la hora que nos acostáramos el sábado, el domingo todos en la misa de la juventud, a las 9 a.m. leyendo y cantando en el coro.
Es este un testimonio de amor.
Hasta la próxima.