REFLEXIONES: La gran promesa del Padre

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Hola, amigos, ¿qué tal? Este salmo empieza con una condición y una promesa. La promesa solo es posible si cumplimos con la condición, si el Señor es mi pastor, nada me faltará. Nos describe los beneficios si nos dejamos guiar por Jesucristo a través de Su Palabra y Su Espíritu y nuestras decisiones serán tomadas en cuenta de acuerdo a su voluntad.
Los beneficios recibidos al permitir que el Señor sea mi Pastor, son el sustento (1), pues Él nos garantiza el alimento diario. De la misma forma podemos confiar que nuestro Buen Pastor sustentará nuestras vidas, para esto debemos descansar y reposar en Él (2), sin estar afanados, preocupados o estresados.
El Pastor fortalece el alma (3), restaurando nuestras emociones y sentimientos y orientándonos para saber qué dirección (4) tomar en nuestras vidas.
Sentirnos protegidos por el Padre (5) a sabiendas de que sin importar el valle de sombras por el que esté pasando, Él estará conmigo, es muy confortable.
Ahora bien, al Pastor le gusta la disciplina (6) que nos comportemos bien, al igual que las ovejas Él endereza el camino, cuando nos salimos de él, y todo esto porque quiere estar en comunión con nosotros (7), es esta la razón por la que en medio de nuestras angustias y nuestros angustiadores, nos sirve la mesa a través de su Palabra.
Derramar aceite en nuestra cabeza y rebozar la copa (8), es la forma de traer a nuestras vidas la plenitud y el gozo del Espíritu Santo, bendiciéndonos cada día (9), en la prosperidad.
Víctor Martinez te recuerda, por último, que siendo así y cumpliendo con lo que Él nos pide, moraremos en la casa del Señor por largos días con nuestras lámparas encendidas.
¡Deja que Dios sea tu Pastor!
Hasta la próxima.




