REFLEXIONES: La Inmaculada Concepción
Hola, amigos, ¿qué tal? Cómo buen católico que siempre he tratado de ser, he visto a la Virgen María con mucho respeto y amor, he tenido que estudiar para conocer los pormenores de su vida y la dicha de haber sido escogida por Dios para hacerse hombre entre nosotros.
Su intercesión ante el Padre y los milagros acontecidos incluso en mi persona han acrecentado mi fe y devoción.
El ejemplo de Monseñor Pepén, quien siempre estuvo a mi lado, gran devoto y admirador de la Virgen, me enseñaron a amarla.
Sin embargo, nunca había puesto atención a la celebración de la Inmaculada Concepción, hasta que mi gran amiga Matilde Farach me invitó a celebrar todos los años en su humilde y acogedor hogar, esta gran fiesta de su Santa Patrona, que, para los Nicaraguenses, tiene un gran sentido espiritual.
Aprendí que María, la Madre de Jesús fue concebida libre de pecado desde su concepción hasta el día de su muerte, aprendí a venerarla según otras costumbres y a entender que no todo el mundo da valor a la Madre de Dios, pero que quienes la valoran tienen a una verdadera Madre intercediendo permanentemente por nosotros.
Bendita tú entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Hasta la próxima.