El cambio llega, pero con aumentos adiestra y siniestra

Por la Redacción
El día a día es cada vez más difícil. Hoy, los pobres y los empleados que tienen más de un año sin recibir un aumento salarial, son más indigentes que ayer.
El mercado, la gran batalla por conseguir el moro, el sostén familiar, ahí se resume la cotidianidad del pobre, y de los estómagos insaciables de los comerciantes sin escrúpulos.
En este país, República Dominicana, hay inseguridad, violencia, accidentes de tránsitos, caos en las vías públicas y burla de quienes se han robado los bienes del Estado, y andan por ahí disfrutando de sus acciones delictivas, sin ser tocados, ni con el pétalo de una flor.
En República Dominicana, los pobres son cada vez más pobres. Enfermarse es un lujo y morirse, ni hablar.
Las farmacias, supermercados, colmados y las estaciones de combustibles se están convirtiendo en centros de terror.
Los combustibles, por ejemplo, siguen por las nubes, no dan señales de descender y son los más caros de la bolita del mundo.
De los colmados, bodegas o supermercados, ni hablar. Lo que se observa en esos lugares es espantoso. Los precios de los productos de primera necesidad, entiéndase, lo que usan la gente para alimentarse, todos los días suben de precios.
Casa del terror
La carne de pollo, que era la preferida de los pobres, por ser la más barata, ahora se ha convertido en un artículo de lujo, cuesta entre 75 y 80 pesos la libra.
De ahí es que la gente comienza a decir que, de nuevo, se abren las puertas de las casas de terror, las mismas que existieron en los tiempos de Hipólito Mejía, y que fueron clausuradas cuando éste fue expulsado del poder.
De los medicamentos ni hablar, todos se han disparado. Es decir, han aumentado de precios de manera alarmante, prohibitivos para la mayoría de los ciudadanos dominicanos. El aumento ha sido descomunal, hasta de un 60%.
Reducción de los salarios
Los empleados, aquellos que no han sido favorecidos con aumentos salariales, han visto reducir su salario entre un 30 y 35 por ciento.
Los aumentos de precios en productos alimenticios, farmacéuticos y hasta en los pasajes, están tragándose los salarios miserables.
Si no lo cree, vaya a un supermercado e investigue cuánto cuesta un galón de aceite, una libra de arroz o de azúcar.
En este país, el único producto que ha bajado es la cebolla. Los huevos, por ejemplo, han subido entre 60 y 80 pesos el cartón.
Por ejemplo, el cartón de huevo de dos yemas, antes costaba entre 130 y 140 pesos, ahora está a RD$202.00.
Otros productos de la canasta familiar, por sus altísimos precios, impiden que quienes reciben salarios de alistados, trabajadores o chiriperos, puedan tener accesos a tienda de expendios de alimentos, por los altos precios.
En este país, en los últimos tiempos, y en especial, durante el gobierno del “cambio”, todo ha subido, hasta los salarios de los funcionarios.
Sin embargo, los sueldos de empleados públicos y privados, incluyendo asimilados militares y policiales (en esas instituciones porque se hicieron aumentos o se anunciaron aumentos), permanecen congelados por el gobierno, pero reducidos por las tormentas de aumentos en los precios de los combustibles, alimentos, productos farmacéuticos y pasajes.
La verdad es que el cambio llegó, pero de manera negativa, causando estragos en los sectores más pobres, que son la mayoría de dominicanos.
Hasta quienes aspiran a construir un techo, dicen que, por más que se esfuercen, la escalada de precios sigue su agitado curso, firme, pero para arriba.
Y mientras los problemas de este país siguen incrementándose, en perjuicio del más necesitado, con aumentos a diestra y siniestra, hay pelafustanes que ya están hablando de reelección presidencial.
Y finalmente, en República Dominicana, desde la altura del poder, se nota algo así como “mucha espuma y poco chocolate”. Es decir, se habla mucho y se hace poco.