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Los amarres antes de oficializar la victoria

Los círculos de poder dominantes, antes de dar triunfador a un candidato (a) presidencial, condicionan con amarres político-económicos, al partido y persona favorecida con los sufragios.

Así sucedió en Santo Domingo, Estados Unidos y ahora en Perú, donde algunos voceros ya han iniciado campaña que se refieren a las limitaciones académicas de Pedro Castillo, obviando su honestidad y una conducta intachable a todas pruebas.

El maestro rural se impuso a sus oponentes en los debates televisivos y otros, pese a no saber de nada, aunque para los sufragantes, era necesario el tener una hoja de vida sin mancha, libre de embarra corruptiva y mancha de sangre inocente en su vestimenta.
Cuando políticos y comunicadores de aquí y de allá bailaban al compás de la música de Odebrecht, Pedro Castillo se movía en la dirección correcta, y pese al lodazal

Paradójicamente, los conatos de una extrema derecha acostumbrada a jugar con la voluntad expresada por la población, mañana argumentaran no haber tenido la información correcta a la hora de emitir sus venenosas opiniones.

El maestro rural venció a los sectores más corruptos de la sociedad peruana, y pese al pataleo, triunfó la honestidad y la decencia, agrade o no a los beneficiarios del corrupción.

Y mientras Pedro Castillo se prepara para asumir la presidencia, Keiko Fujimori está en la miras de la Fiscalía.

El pueblo peruano acepta, y con sobrada razones, que sectores maleados de la prensa, y beneficiarios de la corrupción, se opongan al triunfo de la honestidad, y hasta busquen refugio en Los Cachorros y La Ciudad y Los Pedros, luego de no encontrar en La Casa Verde, los votos que no encontró Keiko en las urnas.

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