REFLEXIONES: Apreciemos el valor de las cosas pequeñas

AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola amigos, ¿qué tal? Comparto con ustedes algo que me llego por las redes titulado, “No tiene precio”.
“Un joven baja del metro de Nueva York, vistiendo jeans y camiseta. Se para cerca de la entrada, saca el violín de la caja y comienza a tocar con entusiasmo para la multitud que pasa por ahí, en la hora pico del día. Tocó durante 45 minutos y fue prácticamente ignorado por todas las personas que pasaron.
Nadie sabía que el músico era Joshua Bell, uno de los mejores violinistas del mundo, ejecutando piezas musicales consagradas. Con un instrumento rarísimo, un Stradivarius de 1713, estimado en más de 3 millones de dólares.
Algunos días antes, Bell había tocado en el Symphony Hall de Boston, donde las entradas costaron más de mil dólares. La experiencia del metro grabada en video, muestra hombres y mujeres de andar ligero. Taza de café en la mano y celular al oído, indiferentes al sonido del violín.
Este es un ejemplo de tantas cosas que pasan en nuestras vidas que son únicas, singulares y no les damos importancia, porque no vienen con la etiqueta de precio. Y es eso lo que precisamos aprender, a valorar aquello que no tiene precio, porque no se compra.
No se compra la amistad, el amor, el afecto. No se compra cariño, dedicación, abrazos y besos. No se compra el rayo de sol, ni las gotas de lluvia.
Es gratis la canción del viento que pasa silbando por el tronco hueco de un árbol.
El niño que corre en forma espontánea a nuestro cuello, no tiene precio. El collar que hace alrededor de nuestro cuello, con sus bracitos no está en venta en ninguna joyería y el calor que transmite dura lo que dure nuestro recuerdo.
El aire que respiramos, la brisa que enreda nuestros cabellos, el verde de los árboles y el colorido de las flores, nos es dado por Dios, gratuitamente.
Víctor Martínez recomienda que desde hoy seamos agradecidos por lo que nos es ofertado gratuitamente por Dios y seamos felices, mientras el día nos sonría y el sol despliega luz en nuestro corazón apasionado por la vida.
Un deseo de Walter el escritor de este artículo, acompañado de la serenata de Shubert e interpretado por Joshua Bell, es que Dios nos bendiga hoy, mañana y siempre.
Hasta la próxima.




