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El sancocho de PRM está salado y difícil de digerir

Por Augusto Álvarez

Para que el sancocho pueda ser digerido, debe quedar exquisito, apunto. Así, todos podamos saborearlo. Si queda salado o desaborido, ahí es que la piña se pone agria y sin combustible para arrancar.

El vehículo de la reelección presidencial deberá recorrer una vía bloqueada por obstáculos, que desde las alturas del poder a la distancia, luce maravillosa, pero de cerca, desastrosa.

Observemos los precios de los combustibles, ellos andan por las nubes, y como se sabe, al subir sus costos, todo se dispara.

Los productos de primera necesidad, tales como la carne de res, pollos y cerdos, escapan a las posibilidades de la mayoría de la población.

Ir a una farmacia en procura de un medicamento, es lo más cercano a recibir un infarto.

El precio de la tarifa eléctrica constituye un atraco legal, donde ni siquiera una voz del oficialismo llega hasta un oído receptivo del poder establecido.

Los ingredientes para el sancocho que elabora el gobierno que proceden del agro, ¿dónde encontrarlos a precios modestos?

Ahora se trata de ceder o donar a Punta Catalina al sector privado, bajo la figura de un fideicomiso que durante 30 años, dejaría sus estructuras metálicas dispuestas para Metaldom.

Este sancocho parece estar diseñado para que el auto de la reelección se accidente en la ruta 2024.

Pero, donde la puerca retuerce el rabo en los precios de los materiales de construcción.

Los pobres, óigase bien, ni una casucha pueden construir, porque el cambio llegó de reversa.

Tras el cambio, el block pasó de 17 a 45 pesos. ¡Ave maría purísima!

El cemento, ahí es que la cosa anda fea, pues pasó de 325 a 490 pesos, y las cementeras están haciendo su agosto en cualquier mes del año. San Salvador ¡Ruega por nosotros!

Pero, donde la virgencita de la Santísima Trinidad debe meter sus manos es en el precio de las varillas. ¡Uyyyyyyyyy! De 1,700 pesos el quintal se disparó a 3,500.

En el país, las cosas andan como manga por hombro, pues allí, una libra de pollo cuesta 78 pesos y allá, anda sobre los 80.

Pero, usted va a una farmacia y pregunta el precio de un producto, ¡está carísimo! Sin embargo, en la otra, ese mismo medicamento cuesta 50 pesos menos. ¿Y entonces, por dónde andan las autoridades? Parecen estar ciegas, mudas y sordas.

Al  vehículo de la reelección se le está poniendo tenebrosa su ruta, porque si la situación sigue así, se quedará en medio de la vía, sin repuesto.

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