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REFLEXIONES: Turquía y sus valores éticos

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Hola, amigos, ¿qué tal? El Islam es la religión mayoritaria en Turquía. Alrededor del 95% de la población está declarada como musulmana. Los cristianos (Ortodoxos Orientales, griegos ortodoxos y apostólicos armenios) y judíos (sefardíes), quienes comprenden la población no musulmana, son aproximadamente el 4,7% del total de la población. Pero la definición constitucional del país es la de ser una república laica (laıklık).

En la sociedad turca se fomenta el matrimonio. El mayor deseo de los padres es ver que sus hijos se casen y desean ver su felicidad y a sus nietos. Según lo que manda la religión y las tradiciones, se apoya e incluso se incentiva el matrimonio. “Ayudan a que se casen los solteros ya que Dios les embellece su moralidad y les aumenta su sustento”, dijo su profeta, lo que equivale a esta frase usada frecuentemente por el pueblo: “El Dios les ayuda a los que se casan”.

Al evaluar las antiguas tradiciones y costumbres del matrimonio vemos que son bastante sistemáticas. Las aplicaciones en relación con el matrimonio ya se adaptaron a la nueva era y el nuevo orden como es el caso en muchas instituciones sociales, sin embargo, sigue siendo un valor sagrado.

Si bien es cierto que cuando vemos el cine turco, nos damos cuenta de que no se promueven las escenas sexuales, ni la promiscuidad, lo mismo sucede en la realidad.

El respeto con que se tratan las personas es impresionante, nadie te está mirando con sentido morboso, no se proliferan palabras obscenas, el comportamiento de los jóvenes, drogas, pornografía, promiscuidad sexual está sumamente controlado dentro y fuera de las escuelas, las personas con inclinaciones sexuales diferentes no se andan exhibiendo en las calles, son discretos, se respetan y los respetan, nadie roba a nadie, aun cuando dejes tu cartera fuera de sitio por olvido.

Y aunque no es fácil encontrar una Iglesia Católica donde entrar, veo el recogimiento, escucho las oraciones varias veces al día por los altoparlantes, el respeto a sus ayunos, abstinencias, horas de oración, etc.

Víctor Martínez ha tenido que aprender a convivir, a valorar a los musulmanes y asumirlos como mis hermanos de Padre.

Hasta la próxima.

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