La tragedia de la canasta familiar

Por Augusto Álvarez
Existe una competencia entres tres corredores, y desde ya la resistencia de uno de ellos, comienza a flaquear recién iniciando.
En dicha competencia librada por las autoridades, el comercio y el pueblo, no hay espacio para saber quién está condenado a morir por inanición: el pueblo.
Recientemente, se ha dicho que el gobierno adquirió pollos en el extranjero en el interés de reducir sus costos, e irónicamente el valor aumentó, mientras una especie de extinción del producto se verificó en el mercado.
La clase media baja, y quienes han empobrecido en grado extremo, no pueden acceder a los supermercados para evitar morir de infarto. Sin embargo, la especulación se ha generalizado entre la casi totalidad de los comerciantes.
¿Cuáles proyectos alimenticios están al alcance de los bolsillos de trabajadores municipales, que en muchos lugares, apenas reciben una paga de 3 mil pesos por mes?
Y para la mayoría de dominicanos, que viven del picoteo y miles se acuestan, hasta sin tener derecho a dos de las tres comidas.
Los viáticos, dietas y ¡especialismos!, así como otros beneficios que reciben los funcionarios, podrían ser parte de la visión del Ejecutivo, en cuya administración, 37 funcionarios poseen sueldos que superan los dos millones de pesos.
Puede asegurarse que, por lo general, muchos de los funcionarios se benefician de la crisis e incrementan sus bienes.
¿Qué el dinero y la escalada alcista corren a gran velocidad? Cierto, pero la población carece de piernas para alcanzar la carrera alcista.
La verdad es que en cuestión de altos precios, el pueblo pierde la competencia y la pobreza, principalmente la extrema, va en aumento.