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Los invasores se hacen ricos con propiedades ajenas

 

Por Augusto Álvarez

Ya resulta normal que invasores profesionales ocupen espacios privados, alegando que son terrenos del Estado, donde construyen casuchas, en principio, luego comienzan a venderlos por pedazos, como «mejoras», dando inicio a una nueva barriada.

Es posible que esos delincuentes ignoren que los terrenos ocupados ilegalmente, se tratan de propiedades privadas.

Es posible, además, que hayan sido enviados a cometer su fechoría por alguien que, sí sabe, son privados o del Estado, para luego, al vender las «mejoras», repartir los beneficios y caso cerrado.

La práctica de invasores y “damnificados” profesionales es vieja, viene de lejos, aunque sigue activa.

El entonces presidente Joaquín Balaguer sacó a muchos ¡damnificados! de La Ciénaga, les hizo un barrio nuevo, El Hoyo de Chulín, y no obstante, muchos vendieron esa propiedad y regresaron a orilla del río Ozama… Y ahí están.

Las autoridades deben decidir entre la presión social agravada por la carestía y los delincuentes empujados, quién sabe, tal vez por personeros que luego se llevan las mejores tajadas. Y hasta por delincuentes, vestidos de políticos.

Varios residentes en Estados Unidos, y en otros países, han adquirido pequeños predios, tras esforzarse ahorrando, y los pierden, pese a tener sus papeles, pues al final aparece el legítimo dueño de esos terrenos, y aunque resulta difícil, el caso concluye un desalojo legal.

Esto ocurre por doquier, en cualquier parte del país, pero lo penoso, lo delicado es que, entre los adquirentes de esos terrenos, la mayoría para proteger a invasores, figuran oficiales de todas las instituciones militares y de la Policía, que nunca se queda atrás.

Y en el Ministerio Público, especialmente en algunas fiscalías, como en Santo Domingo Este, cuando estos invasores caen presos, hasta con armas de fuego ilegales, son “ayudados” por fiscales, bajo la sugerencia de que “abandonen” esa práctica.

Es penoso decirlo, pero es una realidad, son muchos los muertos por causa de las invasiones de terrenos ilegales. Y. en ocasiones, no pasa nada.

En la zona oriental, por ejemplo, las invasiones de terrenos se han convertido en una especie de burla, en un “negocio” que hasta beneficios políticos ha dado.

Pero, cuando un dueño reclama su terreno, el “nuevo propietario”, con apoyo de vecinos, también invasores, para intimidar y y provocar que éste abandone su diligencia y no recupere su propiedad, lo difaman, injurian, y hasta le llaman ladrón y lo amenazan con entrarle a tiros.

Pero eso no es todo, crean supuestas juntas de vecinos, en ocasiones integradas por los mismos invasores, para defender “sus derechos” y van a la prensa a denunciar a un falso propietario, cuando en realidad, los delincuentes son ellos.

Y las autoridades, no sólo reconocen esas juntas de vecinos, sino que abren calles, construyen escuelas y permiten el desarrollo de esos barrios construidos en terrenos privados, ocupados ilegalmente.

Podríamos decir que esto es un espaldarazo a las invasiones de terrenos y, al final, se le hace difícil a sus legítimos propietarios recuperar sus propiedades, porque el caso se ha convertido en un problema social.

Bajo ningún concepto, el Estado debe abrir calles, llevar el servicio energético y de agua potable y construir obras, como escuelas y hospitales, en un barrio levantado ilegalmente en terrenos privados, invadidos por delincuentes, porque esto sería incentivar una práctica ilegal, violar la Constitución.

 

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