Mi viejo abrigo

 AYUDAME A SALVAR UNA VIDA Â
REFLEXIONES…
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Hacen apenas 30 años mi hija Laura me trajo un regalo al regresar de un campamento de verano en Harvard, con un letrero que decÃa DAD Harvard Culver Academies, aquel grueso abrigo no me sirvió jamás para usarlo en el clima de mi adorado paÃs, sin embargo, como buen padre agradecido, guarde de por vida mi abrigo, era un hermoso recuerdo de mi querida hija que, con tanto amor, me habÃa regalado.
Al trasladarme a la frÃa ciudad de TurquÃa quise traer mi abrigo, ya saben ustedes cómo nos apegamos a las cosas que provienen de nuestros hijos, y como ustedes supondrán ha sido aquà donde he disfrutado de este viejo regalo que hoy ha pasado a ser el más nuevo y preciado de mi vida, pues gracias a Laura no muero de frÃo, además la recuerdo cada mañana.
Cada acontecimiento de mi vida he aprendido a convertirlo en un Mensaje de Amor cuando el EspÃritu Santo me inspira, y es esta una reflexión que deseo compartir con ustedes acerca del valor que tiene la presencia de nuestros hijos en la vida.
Hoy estamos viviendo en un mundo donde no guardamos nada, los recuerdos no valen, no existen los albúmenes de fotos que mostrábamos a las visitas, los dibujos de nuestros niños que con tanto amor hacen para nosotros los echamos al zafacón, los hermosos escritos diciéndonos te quiero, quedan en el vacÃo, es más ya no queremos guardar en la memoria acontecimientos que nos servirÃan de terapia, pues todo va a parar al celular o la compu, asà están viviendo las nuevas generaciones, no hay tiempo para recordar, para compartir, los abuelos se están quedando cada dÃa más solos y les decimos ¿para qué guardas tantos corotos?, sin valorar que son los recuerdos y los corotos los que le dan sabor a sus vidas.
VÃctor MartÃnez piensa que estos valores no deben perderse, las tradiciones, los bellos recuerdos, los detalles, unen a la familia, el Corazón de Jesús colgado en la pared, el Rosario de la abuela, el primer dibujo del nieto, los zapaticos de cuando nació, entre otros, son corotos para ti, pero son tesoros para tus abuelos.
Hoy elevo mis oraciones por los tantos abuelos que en el mundo sienten la ausencia de sus hijos y nietos, para que el Padre Dios los llene de su amor.
Este mensaje ha llegado a ustedes, gracias al Lic. Emile Troncoso.
Hasta la próxima.