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Sentido profundo del nombre Yahvé

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Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?

¿Cuál es el sentido profundo del nombre de Yahvé? Ya sabemos que Yahvé significa: Yo soy.

Para comprenderlo debemos pensar que todos los pueblos de aquel tiempo eran politeístas, es decir, pensaban que había muchos dioses. Según ellos, cada nación, cada ciudad y cada tribu tenía su propio Dios o sus propios dioses. Al decir Dios a Moisés: “YO SOY EL QUE SOY” Él quiere decir: “Yo soy el que existe: el Dios que existe; y los otros dioses no existen, los dioses de los egipcios, de los asirios, de los babilonios no existen. Yo soy el único Dios que existe”.

Dios, dándose el nombre de YAVE (YO SOY), quería inculcar a los judíos el monoteísmo (un solo Dios), y rechazar de plano todo politeísmo (muchos dioses) y la idolatría de otros pueblos.
El Dios de los judíos (Yahvé) dice: “No tendrás otro Dios fuera de mí” (Ex. 20, 3). “Yo soy Yahvé, tu Dios celoso” (Deut. 4, 35 y 32, 39).

El profeta Isaías explica bien el sentido del nombre de Dios. Dice Dios por medio del profeta: “YO SOY YAVE, y ningún otro”. “¿No soy yo Yahvé el único y nadie mejor que yo?” (Is. 45, 18).

La conclusión es que, la palabra Yahvé, significa que “Él es el UNICO DIOS”, el único y verdadero Dios, y que todos los otros dioses y sus ídolos no son nada, no existen y no pueden hacer nada.

Más importante para nosotros, que vivimos en el Nuevo Testamento, es saber cómo Jesús hablaba del misterio de Dios. Jesús y sus apóstoles, según la costumbre judía de aquel tiempo, nunca pronunciaban el nombre Yahvé o Jehová, siempre leían la Biblia diciendo: “Edonay” -el Señor- para indicar el nombre propio de Dios.

Todo el Nuevo Testamento fue escrito en griego, por eso encontramos en el Nuevo Testamento la palabra Kyrios (el Señor) que es la traducción de “Edonay”.

Pero Jesús introdujo también una novedad en las costumbres religiosas y nombró a Dios “Padre”: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra”. “Mi Padre sigue actuando y yo también actúo”. “Por eso los judíos tenían ganas de matarlo: porque El llamaba a Dios Padre suyo haciéndose igual a Dios” (Jn. 5, 17-18).

Además, Jesús enseñó a sus seguidores a hacer lo mismo: “Por eso, oren ustedes así: Padre Nuestro, que estás en los cielos” (Mt. 6, 9). Ahora, el nombre más hermoso que nosotros podemos dar a Dios es el de: “Padre nuestro”.

Los Testigos de Jehová, por ejemplo, hacen aparecer en el Nuevo Testamento 237 veces la palabra Jehová, pero eso no es correcto. Cuando en el Nuevo Testamento se habla de Dios con el nombre “Señor” (Kyrios en griego, Edonay en hebreo) ellos lo traducen como Jehová, pero esto es claramente una adulteración de los textos bíblicos.

El Nuevo Testamento habla de Dios como “Padre o Señor”, pero nunca como Jehová. Una vez más desconocen la gran revelación de Jesucristo que fue la de anunciarnos a Dios como Padre.

Meditando los distintos nombres de Dios que aparecen en la Biblia, nos damos cuenta de que hay una lenta evolución acerca del misterio de Dios, y cada nombre revela algo de este gran misterio divino:

1) Dios se manifestó a Moisés como el único Dios que existe, significando esto que los otros dioses no existen. Es lo que significa la palabra “Yahvé”.

2) Luego ese único Dios se manifestó a los profetas como el Dios de la Justicia.

3) Finalmente en Jesucristo, Dios se manifestó como un Padre que ama a todos sus hijos. Dios es amor y nosotros tenemos esta gran vocación a vivir en el amor. La oración del Padre Nuestro es la mejor experiencia de fraternidad universal.

Víctor Martínez piensa que, lo mejor es hablar de Dios como Jesús hablaba de Él. ¿Tú que piensas?

Este mensaje ha llegado a todos ustedes como cortesía del Arquitecto Marcelo Alburquerque.

Hasta la próxima.

 

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