ACTUALIDADNACIONALESReflexionesRELIGION

Audio: El desayuno de Monseñor Pepén

REFLEXIONES...

  AYUDAME A SALVAR UNA VIDA  

 

Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?

Era una mañana de verano, me tocaba llevar a Monseñor Juan Félix Pepén, mi padre espiritual, a Higüey, viaje planificado con todo lo de la ley.

Tenía yo un excelente, seguro y cómodo vehículo, lo que le brindaba a Monseñor, hombre muy precavido y cuidadoso toda la seguridad requerida para viajar conmigo.

Antes de partir orábamos a la Virgen de la Altagracia pidiendo protección, jamás olvidaré aquella mañana en la que me atreví en medio del silencio a hacerle un interrogatorio a Monseñor acerca de su niñez, vida de juventud, años en el seminario, viajes a Roma, su lucha contra la tiranía, estas conversaciones nos unieron más en la amistad, cuántas cosas interesantes descubrí en aquel hombre común que había tenido tantas experiencias de vida hasta llegar a donde estaba.

Me había preparado para darle una sorpresa a Monseñor que podía no ser de mucho agrado para él, conociendo lo prudente que era, había guardado en el baúl una pequeña neverita, con una pequeña mesa y dos sillas, un mantel y los utensilios para disfrutar un desayuno en los arrecifes, a la orilla del Mar Caribe, antes de llegar a San Pedro de Macorís.

En aquel entonces no existían tantos peligros, ni asaltos, sin embargo, al anunciarle nuestra actividad él no estuvo muy de acuerdo, pero se llevaba mucho de mí, sabía que yo lo cuidaba bien y cedió a compartir nuestra actividad.

Caminamos con un poco de trabajo, yo sosteniéndolo, él se cuidaba mucho al caminar, para evitar una caída ya en su edad.

Me apresuré a poner mi pequeña mesa, mis frutas, galleticas, queso, jugo, los cuales compartí con tanto amor con mi Monse, ahí conversamos cosas profundas, a la orilla del mar, fue este un gesto que selló nuestros lazos de amistad para siempre, él no comió gran cosa, pero me manifestó cómo Dios me utilizó para crear ese momento que lo hizo sentir tan feliz y despejado.

Después de un largo rato respirando aire puro, contemplando aquella gran obra del Creador en el paisaje de una mañana fresca a la orilla del Mar Caribe, rodeado de ángeles y siempre con la presencia de María, gran compañera de Monseñor, terminamos, continuamos nuestro viaje hasta llegar a la Basílica de Higüey, ahí tuve un mano a mano con la Virgen María de la Altagracia, le pedí tres cosas por las que quería que intercediera por mí ante el Padre, dos se han cumplido, aún en espera de una, que llegará al tiempo de Dios.

Gracias Monseñor Pepén por tanto amor y por confiar en mí, sembrando en mi corazón esos valores que me llevaron a cultivar la humildad, el amor al prójimo y la santidad.

Es esta otra de mis anécdotas, testimonios de vida, que, por la acción y gracia del Espíritu Santo, me he sentido inspirado a compartir con ustedes.

Víctor Martínez, continúa dejándose guiar por el Señor, ahora, en estos mundos sagrados donde el cristianismo tuvo sus inicios, contemplando a distancia esa isla elegida por Dios República Dominicana, la isla del amor, donde también se dio inicio al cristianismo en el nuevo mundo y donde un día como hoy, nació Monseñor Pepén.

Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias al apoyo que nos brinda Omar Ramos Pepén.

Hasta la próxima.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba