Muertes de mujeres a manos de prisioneros

Por Augusto Álvarez

El pasado fin de semana, una joven del municipio de Sánchez acudió a una visita conyugal a la Fortaleza de Santa Bárbara, de Samaná, donde fue asesinada por su pareja, de nombre Yerald Marte.

Ella era Noeliz King y fue asesinada por su pareja, que guarda prisión en dicho recinto, y que la citó sin que ella supiera los reales motivos de esa cita. Tal vez pensó que el prisionero estaba en amores con ella, y ese fue su gran error.

Al parecer, ella no se percató que días antes había sido fotografiada cuando se encontraba de parranda en un centro de diversión.

Esa fotografía llegó a manos del prisionero, que astutamente buscó y encontró la fórmula de cobrarse, lo que él había dicho a compañeros de celda, que era un acto de traición.

Y ella ingenuamente acudió a la cita, sin imaginarse lo que estaba ocurriendo en la otra cara de la moneda, y pagó con su vida lo que para su compañero sentimental era una traición.

¿Quién es responsable potencial de tal feminicidio, el acusado o las autoridades que posibilitan las armas dentro de las cárceles?

Vecinos de la joven, se dice, enviaron fotos de ella al prisionero, donde aparece en un centro de diversión bailando con otro individuo. Y este fue el motivo que provocó su muerte.

Recordemos que un hecho, un feminicidio similar se produjo en la Fortaleza Concepción, de La Vega, exactamente en Villa Cutupú, donde fue asesinada una joven, de apenas 25 años, Casandra Carmelina Castillo Santiago, quien llegó al final de su vida a manos de su compañero sentimental, Gregorio Matos Carrasco (Papito Forever), que también estaba en prisión por homicidio.

En otras cárceles, incluida La Victoria, se han producido feminicidios, y siempre la misma pregunta: ¿Se fabrican las armas en las cárceles o los reclusos obtienen facilidades para introducirlas?

Muertes por “ahorcamiento”, se supone responsabilidad de la persona, pero si es por armas, ¿qué se inventa a la autoridad?