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Audio: Ella sobrevivió a la tragedia del Jet Set

REFLEXIONES...

 AYUDAME A SALVAR UNA VIDA 

 

 

Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?

Me contaba la abuela de una chica de 20 años que, en la casa habían tenido un acontecimiento muy triste cuando su nieta le falto el respeto, de manera muy despectiva y con mucha malcriadeza, a su padre, a tal extremo de que los hizo llorar a todos con su comportamiento y sus palabras tan hirientes.

Y todo… porque el padre le había dicho que ella no iba a salir ese lunes para ninguna discoteca, sencillamente se opuso, supuestamente, sin motivo ni razones, “porque no quiero”, lo que irritó más aun a la joven frente a la intransigencia y negación del padre.

Sus últimas palabras eran que se iría de la casa al otro día, pues ella era mayor de edad, y como su papá le dijo que, mientras viviera bajo su techo tenía que someterse a lo que él dijera, había llegado el momento. “Pero de aquí tú no sales hoy, te iras mañana”, respondió el padre.

Son estas escenas muy comunes en hogares donde los adolescentes, ya creciditos, quieren imponer sus criterios y gozar de su libertad.

Víctor Martínez no tiene que decir lo que sucedió esa noche, en ese lugar, pero lo que sí deseo compartir con ustedes es la reacción de aquella joven al ser despertada por su madre mostrándole lo que había sucedido allí y el destino que había corrido su amiga.

Muchas lágrimas, desesperación, arrepentimiento, rogando perdón a su padre, quien no podía expresar palabra alguna, solo sus llantos y su agradecimiento a Dios.

“Consideraba que próximo a la semana santa no era prudente estar inmerso en esos ambientes, desde pequeños e inculcado a mis hijos que la Cuaresma es para recogerse y hacer un alto en la vida, yendo en familia incluso a la Iglesia, pero en ese momento no quería decirle que era ese el motivo, a mi hija, para que no rechazara más a Dios de lo que lo ha estado haciendo”, me decía el papá.

“Esa noche odié como nunca a mi papá, no resistía la idea de hacerme pasar esa vergüenza con mi amiga, de que me tratara como una niña, por sus caprichos melaganarios, me la pasé recogiendo todas mis pertenencias, pues me mudaría con mi amiga al otro día, luego al ver lo sucedido sentí como si la voz de Dios me hablaba, el nudo de mi garganta, presión en el pecho, la desesperación, vergüenza, tristeza, arrepentimiento, se convirtieron en un dolor desgarrador en el que sentía como que caía por un precipicio sin fondo, mi vida quedó sin sentido, sentí como que también había muerto, no me atrevía a darle gracias a Dios, pues consideraba que era injusto al perder a mi amiga, ofender a mi familia, negarlo a Él, eran una serie de sentimientos encontrados que me resultaron irresistibles.” Me decía la chica.

Le recomendé a aquella joven acercarse a conversar con un sacerdote, integrarse a las actividades de su parroquia, participar en la Pascua Juvenil, hacer un retiro espiritual, pero tenía que darle entrada a Dios en su corazón para sentirse perdonada, amada, valorada y sanar las tantas heridas con las que cargaba en su interior.

Por mi parte le he estado brindando todo el apoyo necesario para traerla de vuelta a la vida.

Hoy damos gracias a Dios, porque a pesar de nuestras desobediencias, pesares, tristezas, rechazos a Él, Dios siempre nos perdona, nos sana y nos recibe con los brazos abiertos. Amén.

Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias al apoyo recibido por nuestro hermano Francisco Goico.

Hasta la próxima.

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