El caos en el tránsito es una pesadilla sin fin en RD
Una crisis creciente que amenaza vidas y refleja el fracaso institucional y sobresalen los escándalos de corrupción

Por Tomás Aquino G.
SANTO DOMINGO, R.D.
El tránsito en la República Dominicana se ha convertido en una de las crisis más alarmantes del país, sumando muertes, accidentes y desesperación al ya embarazoso panorama social.
A pesar de las promesas de campaña del presidente Luis Abinader, la situación ha empeorado visiblemente, y hoy representa una de las grandes deudas de su gestión.
Las principales ciudades, como el Gran Santo Domingo (Distrito Nacional-provincia Santo Domingo) y Santiago, viven un caos diario.
El aumento de accidentes y muertes por siniestros viales refleja una peligrosa combinación de negligencia oficial, impunidad y comportamiento irresponsable de muchos conductores.
Las calles son una jungla sin ley, donde el respeto por la vida parece haber sido sustituido por la ley del más fuerte. Los agentes del orden, cada día, son más deficientes, y en vez de contribuir a la solución del caos, los incrementan y lo hacen más tediosos.
Aceras invadidas
En lugar de proteger al peatón, las aceras se han convertido en parqueos improvisados, talleres móviles y zonas comerciales informales.
Establecimientos, dealers y vendedores ambulantes las ocupan sin control, forzando a los transeúntes a caminar por la calle.
Las autoridades municipales, el INTRANT y la DIGESETT no solo han fallado en su función reguladora, sino que en muchos casos son cómplices por omisión.
Infraestructura deteriorada
El estado de las vías es deplorable. En muchos sectores, las calles están llenas de baches y basura. Las lluvias convierten estas zonas en trampas mortales.
Alcantarillas sin tapas representando un peligro constante, como quedó evidenciado recientemente con el caso de una niña de 13 años, que fue arrastrada por las aguas en barrio de San Cristóbal.
Su rescate fue un milagro logrado gracias a la comunidad, no a las autoridades, que abundaron su labor de rescate.
Anarquía en el transporte
La anarquía en el transporte público es parte esencial del caos. Las guaguas y minibuses compiten temerariamente en las calles, y las paradas ilegales son comunes. A esto se suman las motocicletas de motoconcho, cuyos conductores hacen rebases temerarios y circulan por túneles y elevados sin ningún tipo de control. Las consecuencias son decenas de accidentes diarios.
Corrupción y escándalos

Tanto la INTRANT como la DIGESETT han sido escenario de escándalos de corrupción.
Una auditoría a la DIGESETT reveló irregularidades por más de 421 millones de pesos bajo la gestión de Ramón A. Guzmán Peralta, quien lejos de ser investigado, fue ascendido por el presidente Abinader y nombrado director de la Policía Nacional.
Su paso por ambas instituciones ha sido calificado como un fracaso rotundo.
Promesas incumplidas
Luis Abinader prometió reducir la delincuencia y resolver el caos del tránsito.
Sin embargo, los planes anunciados, como las 43 medidas para aliviar la congestión vehicular en Santo Domingo, han quedado en el olvido.
Mientras tanto, la ciudadanía continúa enfrentando un sistema vial caótico, inseguro y abandonado.
Urge voluntad política
El tránsito dominicano no necesita más promesas, sino soluciones reales. La vida de miles de ciudadanos está en juego cada día.
El caos vial no solo es un problema de movilidad, sino, es un reflejo del abandono institucional, de la falta de planificación urbana y la ausencia de voluntad política para priorizar la seguridad y el orden público.



