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¡Otra vez, en Puerto Plata!

Por Augusto Álvarez

La primera vez fue un pariente del exjefe del «poder de fuego» en nuestro país, el exmayor general Soto Jiménez. Tenía a un ciudadano haitiano trabajando en su finca y… ¡bingo!

Ahora, otra vez en Puerto Plata,: un alcalde de una pequeña comunidad impidió que soldados ingresaran a su propiedad para detener a varios extranjeros.

¿Contaban los militares con una orden judicial emitida por un juez? Esa es la pregunta clave.

Con frecuencia, algún militar o policía se identifica como fiscal. Y si el caso estalla en los medios, entonces se elabora una orden judicial retroactivamente y se ajusta la fecha. Así se maneja, muchas veces, el “procedimiento”.

La historia, con ironía, subraya momentos en los que la falta de mano de obra para la producción supera las barreras del nacionalismo.

El expresidente Hipólito Mejía lo dijo, sin rodeos, que “la mano de obra haitiana es necesaria”.

¿Las deportaciones se hacen por una puerta giratoria?

El senador Antonio Marte fue claro. A él —y a otras voces que han advertido sobre la reincidencia del regreso de repatriados ante el asombro de los vecinos— hay que pedirles explicaciones.

Tal vez ya no basta con reforzar con soldados la línea divisoria. Quizás ha llegado el momento de sustituir esa “puerta giratoria” por un muro más firme… uno de voluntad política, más que de concreto.

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