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Corrupción y narcotráfico: Alianza perfecta para dinamitar la seguridad de un país

¡Cógelo, Picante! ¡Basta ya! El CDP no puede seguir secuestrado

Buenos días…

Decía el novelista y dramaturgo francés Honoré de Balzac: “Hay tres jueces agazapados en el fondo de todas las conciencias: el honor, la verdad y la justicia”.

Mientras que Montesquieu advertía: “Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad”.

Y Joan Báez, cantautora y activista estadounidense, lo resumía sin rodeos: “Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella”.

Frente a esa realidad, en ¡Cógelo, Picante! no nos callamos, no bajamos la cabeza ni aceptamos invitaciones a mesas servidas por la hipocresía. Pase lo que pase, duélale a quien le duela, seguiremos defendiendo el interés colectivo, combatiendo la injusticia, y hablando con la verdad. No nos vendemos. No tenemos precio. No tenemos blancos preferidos. Y jamás lo tendremos.

Donald Trump, como una especie de padre severo, amenaza con sancionar a Rusia y Ucrania si no firman la paz. Muy bien. Que les exija cordura a ambos. Pero, presidente, ¿y el genocidio en Gaza? ¿Dónde está la amenaza contra Israel por masacrar civiles indefensos: ancianos, mujeres, niños y personas con discapacidad? ¿Dónde está el castigo al verdugo?

Nos identificamos con ADOCCO en su lucha contra la corrupción y la impunidad. Esa plaga, que al igual que el narcotráfico, corroe las entrañas del Estado.

Pero, lo peligroso es cuando corrupción y narco se dan la mano, el resultado es devastador: un país inseguro, rehén del miedo y del crimen organizado.

Señor Trump, si de imponer sanciones se trata, vuelva la mirada hacia República Dominicana. Aquí, esa combinación letal está socavando los cimientos de la sociedad. Los principales promotores del caos no están en los callejones, sino en oficinas climatizadas, vistiendo trajes, manejando recursos públicos y pactando con el delito.

No habrá seguridad mientras la corrupción impere en los mismos organismos encargados de combatirla. No habrá seguridad si los jefes policiales o militares de una nación están más cerca del narco que de la ley. No habrá seguridad mientras se proteja a quienes deberían estar siendo investigados.

En este país, si se atacara de verdad la corrupción, la Policía Nacional no estaría al borde del colapso institucional, ADOCCO no tendría que mendigar auditorías, y los comunitarios no tendrían que alzar la voz contra los crímenes ambientales cometidos —sí, cometidos— con la complicidad del Gobierno del PRM y del presidente Luis Abinader.

Basta ya de intentar maquillar la crisis. República Dominicana está siendo devorada desde dentro, y ni siquiera el derecho al agua potable está garantizado. ¡Vayan a Cotuí! ¡Vayan a Boyá! Ahí comprobarán, si inventamos o difamamos.

Y hablando de instituciones en ruinas, hablemos claro del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP). Esa institución, que debería ser pilar de ética y profesionalismo, lleva más de 30 años secuestrada por una cúpula que ha destruido su credibilidad y lo ha convertido en un club cerrado de intereses personales.

La carrera periodística en este país ha sido pisoteada. El CDP hoy es una sombra de lo que debió ser. Se abren las puertas a personas sin trayectoria, sin méritos, simplemente para alimentar un proyecto de control político y perpetuación en el poder del gremio. Eso no es inclusión. Eso es manipulación. Y esto debe ser explicado.

No nos vamos a callar. Señalamos con nombres y apellidos a Mercedes Castillo y Olivo De León, como los principales responsables del colapso del CDP. Han manipulado elecciones, impuesto candidatos, y usado el gremio como especie de plataforma personal.

Ahora, respaldan a dos empleados de la UASD —institución donde Olivo trabaja— para ocupar cargos en el CDP. Uno de ellos es Luis Pérez Nova, cuya trayectoria gremial es inexistente. ¿El CDP es ahora un premio a la lealtad, no a la trayectoria? ¿Dónde queda el mérito profesional?

Hasta cuándo vamos a tolerar esto? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que los mediocres y los oportunistas decidan el destino del periodismo dominicano?

El CDP no puede seguir siendo un refugio de burócratas disfrazados de periodistas. Este es un llamado a los verdaderos profesionales del periodismo: ¡Despierten! ¡Actúen! ¡Recuperemos nuestro gremio!

El Colegio Dominicano de Periodistas debe ser independiente, transparente y digno, no una sucursal de intereses personales ni un terreno baldío, donde medran los que viven del pasado.

El periodista Marcelino Vega, desde su tumba, debe estar sudando. Su espíritu, inquieto y perturbado, no descansa en paz. Ha sido reducido a una herramienta de uso político, convertido en un instrumento barato por personas que, en muchos casos, ni siquiera lo conocieron realmente.

Su legado, en lugar de ser honrado y defendido con dignidad, está siendo utilizado, manipulado y, peor aún, pisoteado sin pudor. Su nombre, que debería estar asociado a la ética, la lucha gremial y la integridad periodística, ha sido arrastrado al lodo por quienes han hecho del gremio un feudo personal. Marcelino fue muy diferente, no hay comparación entre él y quienes dirigen. en su nombre, el CDP.

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