Faride debe llevar la lucha contra los puntos de drogas hasta las últimas consecuencias
¡Cógelo, Picante! Las famosas "debilidades" están pudriendo la reforma policial... y Abinader, en vez de aplicar transparencia, apadrina la impunidad

Buenos días.
Prometieron cambio, prometieron transparencia, prometieron una reforma policial que nos devolvería la confianza. ¿Y qué nos han dado? ¡Una feria de escándalos, protegidos con el barniz de las «debilidades»!
La reforma policial, que iba a ser el buque insignia del gobierno, hoy no es más que un naufragio sin capitán.
Mientras el país clama por seguridad, por justicia, por limpieza en las instituciones, lo que reina es la impunidad descarada.
Y sí, señor presidente, si usted no actúa, si no limpia su gobierno, si no enfrenta la corrupción donde sea que aparezca, entonces no está del lado del pueblo… está del lado de los corruptos.
En República Dominicana aquí no hay debilidades, lo que hay son delitos. Abusos. Saqueo. Y lo peor de todo… es que no hay consecuencias.
La «faraona» del Ministerio de Interior y Policía, Faride Raful, debe llevar hasta las últimas consecuencias la lucha contra la inseguridad que se traga a este país. Porque ya no es solo que uno sale con miedo, es que el miedo te espera en cualquier esquina.
Cada barrio tiene sus puntos de drogas, cada cuadra su delivery de estupefacientes. Y a eso es que hay que entrarle con todo. Con decisión, sin poses, sin cámaras. ¡Con hechos! Hasta las últimas consecuencias.
Y hablando de cosas que huelen mal… ¿alguien nos puede explicar cuál es el verdadero interés del director de la Policía Nacional, Ramón A. Guzmán Peralta, de meterle mano a la cooperativa de los policías? ¡Esa cooperativa no se mueve con fondos del gobierno! ¡Esa cooperativa es de los policías!
Pero, según denuncias muy serias, Guzmán Peralta quiere apoderarse de ella a la mala. Posiblemente para administrarla como lo hizo con la DIGESETT, y como dicen, lo está haciendo ahora en la Policía.
La ley es clara: las cooperativas están bajo la supervisión del IDECOOP, no de ningún general. Pero parece que al general le gusta jugar al dueño y señor de todo lo que pisa.
El presidente Luis Abinader se llenó la boca prometiendo transparencia. Hoy debe cumplir. Porque si no lo hace, no es simplemente un testigo pasivo, se convierte en cómplice. Aquí se denuncian actos de corrupción dentro de la Policía Nacional, y el presidente guarda silencio. ¿Así es que se gobierna con decencia? ¿Con transparencia? ¿Eso es combatir la impunidad?
¡Es una vergüenza! Les venden a los organismos internacionales la idea de que aquí se combate la corrupción. Pero eso es una vulgar mentira. Aquí hay escándalos de corrupción más grandes que los de la gestión de Danilo Medina, pero como son “compañeros” del gobierno del cambio, no pasa nada. El Ministerio Público solo tiene ojos para un lado. ¿Y los demás? Bien, gracias.
¿O acaso alguien le ha hecho caso a las denuncias de Carlos Peña? Si uno de los cancilleres de Danilo Medina se hubiere gastado 18 millones de pesos en chacabanas, hasta el teclado de la Procuraduría estuviera temblando. Pero aquí, lo hace el gobierno actual y… silencio total.
Y si Miguel Vargas, como canciller, hubiese planificado gastar más de 2,700 millones de pesos en un seguro internacional, sin licitación, hoy estuviera preso. Pero aquí, nada pasa. Todo sigue como si nada.
Lo más indignante es ver a una veterana como Milagros Ortiz Bosch —que supuestamente es la guardiana de la ética y la transparencia del gobierno— mira hacia otro lado. ¿Acaso no ve los escándalos? ¿No escucha las denuncias? ¿O ya también decidió hacerse la ciega?
En los gobiernos pasados, a las irregularidades administrativas se les llamaba corrupción, como debe ser. Pero ahora, en el famoso “gobierno del cambio”, se les llama “debilidades”. ¡Y qué “debilidades”! Porque las que han salido en las auditorías del Hospital de la Policía, en el POLITUR, en el IPE y en la DIGESETT suman más de mil millones de pesos. ¡Tremenda “debilidad” esa!
Nos enteramos de que el subdirector de la Policía sigue soñando con ser el próximo director, con el respaldo de la señora Rita Abinader. Pero no ha explicado qué recibía a cambio de violar el reglamento policial y entregarles armas a oficiales en retiro forzoso. Pero, tampoco ha explicado por qué fue despedido «deshonrosamente» de una empresa cementera en Santiago. ¿Y ese es el que quiere dirigir la institución?
El inspector general, con su historial oscuro, también quiere el cargo, con el apoyo de José Abinader, hermanito también del presidente. Y hay más oficiales, uno de ellos hasta con un expediente en el Palacio de Justicia por desfalco de combustibles, y otro en la Procuraduría, que también se están moviendo para quedarse con el control de la Policía. ¡Esto es un relajo!
Cuando el presidente Abinader anunció la reforma policial, hasta nosotros —que no creemos en cuentos— nos lo creímos. Pero con el tiempo, nos dimos cuenta que esa “reforma” no es más que una historieta mal contada. Lo peor que le pudo pasar a la Policía fue esa reforma. Se han cometido atrocidades en su nombre, y esta gestión ha sido la más desastrosa de todas. Sí, ha habido gestiones malas… pero esta se lleva el premio mayor.
Y si la “faraona” Faride Raful, o el flamante mayor general Guzmán Peralta, o cualquier alto mando policial quieren un debate sobre esta supuesta reforma, el equipo de Relámpago Informativo está listo. ¡Pero vengan con argumentos, no con excusas!