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El caos vial en RD es solo una muestra del colapso institucional

La DIGESETT es sinónimo de abusos, corrupción y desorden, y el gobierno parece no tiene la voluntad ni el valo para arreglarlo.

 

Buenas días…

El caos vial en RD es solo una muestra del colapso institucionalLa cantidad de personas que mueren por accidentes de tránsito en República Dominicana ya no solo es alarmante… es vergonzosa.

Lo hemos repetido una y mil veces: ¡No hay seguridad vial!

Un solo fin de semana: 19 muertos, más de 800 heridos y 1,027 accidentes en apenas 48 horas. Esas cifras no solo estremecen, gritan en la cara del gobierno que ha colapsado por completo en materia de tránsito y movilidad.

En los últimos diez años, el único que logró frenar el desorden fue el hoy mayor general retirado Frener Bello Arias, quien redujo significativamente los accidentes y muertes en las vías. ¿Cómo lo hizo? Aplicando la ley con firmeza, sin negociar con el relajo, y respaldado por un equipo que trabajaba día y noche en calles, carreteras y autopistas.Su gestión fue reconocida por organismos internacionales. Pero sus sucesores —todos, sin excepción— tiraron por la borda cada avance logrado.

¿Y qué pasó después de su salida de la DIGESETT? Hasta el Centro de Cómputos se incendió. ¿Casualidad? Tal vez… pero lo cierto es que las estadísticas desaparecieron como por arte de magia.

Hoy la DIGESETT no se destaca por reducir accidentes, sino por abusos a conductores, corrupción descarada y desfalcos multimillonarios. Ahí está la auditoría a la gestión de Ramón A. Guzmán Peralta, que reveló irregularidades por más de 421 millones de pesos. ¿Y alguien está preso? ¡Nadie! Por el contrario, lo premiaron.

El presidente Luis Abinader debería nombrar a Frener Bello en el INTRANT, y se acabaría el relajo. No habría escándalos, no habría “macuteos”, ni tráfico de combustibles, ni venta de incentivos, ni bultos vacíos.

Aunque parece ser que como Frener Bello no roba ni deja robar, ese tipo de funcionario no le conviene a un gobierno que parece necesita cómplices, no servidores públicos. Esa es nuestra opinión.

Y a propósito, ¡atención, Faride Raful! Nos informan que la mayoría de los músicos de la banda de la Policía han renunciado por maltratos. Eso, ministra, hay que investigarlo.

Pero lo más grave no es eso. Según reportes, la banda está integrada por civiles que no son policías, pero que usan el uniforme oficial. Si eso es cierto, estaríamos ante una violación al artículo 258 del Código Penal, además de quebrantar la Ley 590-16. Y eso es muy grave.

Como también es grave que alguien pretenda tomar al pueblo por tonto al decir que “con el salario mínimo de hoy se compra el doble que en 2012”. ¿En serio? ¿Estamos en Chercha Landia?

Una libra de pollo cuesta hoy entre 80 y 85 pesos. En 2012 costaba 25.
Los datos no mienten. El poder adquisitivo está por el suelo, y la inflación nos pisa el cuello.

¿Y la seguridad? Estamos peor que nunca. Más asaltos, más violencia, más puntos de drogas… ¡hasta al lado de las escuelas!
Y la DIGESETT, como siempre: desorganizada, ineficiente y muchos escándalos.

Hoy hay más tráfico de haitianos ilegales, más impunidad, más préstamos que nunca —triplicando los del 2012—, y lo peor: menos confianza en las autoridades. Ahí avanzamos.

Este gobierno ha incumplido más promesas que las que hizo. Y hablan… ¡mucho! Pero no resuelven nada.

Porque hoy, lamentablemente, la palabra oficial vale menos que una multa de tránsito negociada en la calle.

Hombres armados asaltan una joyería en Bávaro, Punta Cana (Higüey, República Dominicana). Eso no es noticia, eso es pura inseguridad.

Mientras tanto, en Villa Faro, Santo Domingo Este, la Policía anda «patrullando»: se lleva motocicletas de ciudadanos sin pedir un solo papel. ¿Legalidad? ¿Debido proceso? Nada de eso. Se las llevan como si fueran suyas, y los dueños se enteran cuando ya están atrapadas en sobre la unidad. Eso no es orden, eso es abuso.

Eso no es patrullaje, es robo con uniforme nuevo. Y sí, es un delito penal.

¿Esta es la “transformación policial” que nos vendieron?

Más que un cambio de uniforme, lo que hace falta es cambio de mentalidad y respeto a la ley. Y un cambio de mando. Pero sin historial negro. Sin compromiso con el pasado oscuro y el presente escandaloso. Sin expediente en la justicia y sin vínculo con la corrupción. La Policía necesita transparencia y gerencia.

Sea usted su propio jurado:

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