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El Gólgota o calvario de un pastor

 

Por Augusto Álvarez

Extraño viraje el de un educador de la Escuela de Comunicación de la universidad (ya rumbo a pensión): en vez de aspirar a la Rectoría o a ASODEMU, prefiere buscar enganche en el CDP.

Concluido el ciclo del reeleccionismo del doctor Joaquín Balaguer, sus seguidores se dispersan y terminan haciendo causa común con un pasado de valiosos revolucionarios que hoy se extinguen repitiendo: “yo fui”.

¿Y qué importa que durante las administraciones de Balaguer se asesinaran periodistas? ¿Qué importan las acusaciones a la pastora Rosi Guzmán? Nada parece inquietar al actual CDP. Orlando Martínez, Gregorio García Castro, Plinio Díaz y otros fueron víctimas de esa época donde la reelección del intelecto del doctor Balaguer arrasó con vidas y verdades.

¿Cuántos egresados de la Escuela de Periodismo han dirigido el gremio? Emilín Herasme, abogado; Clodomiro Moquete, quien desinfectó el aura del “superintelectual” Álvarez Vega… Quizás Adriano de la Cruz fue una excepción que representó dignamente a los titulados.

Platón lo resumió magistralmente: “el conocimiento no proviene solo de los sentidos, sino de la razón”.

El discurso del clan que excluye a los no egresados y privilegia a los titulados en periodismo abarca —sin mencionar nombres— a muchos de los actuales directores de medios formados en la práctica diaria, en la trinchera del quehacer informativo.

Gabriel García Márquez, Rafael Herrera, Mario Álvarez…

¡Qué vergüenza ver a valiosos compañeros nadar para morir en la orilla!

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