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¡El mundo arde y aquí seguimos entre abusos y desórdenes!

El director de la PN, como si viviéramos en plena dictadura, desafía al Poder Judicial y "pisotea" una sentencia en su contra, creyendo que se trata de un simple pedazo de papel

 

Buenos días…

¡Cógelo, Picante! Lo que está pasando en Gaza no tiene perdón de Dios. Y los cómplices de esa carnicería —sí, porque eso es lo que es— deberían temer no solo el juicio de la historia, sino la ira del verdadero Rey del universo.

Benjamín Netanyahu, ese monstruo sin alma, junto a sus bandas de criminales, ha convertido la Franja de Gaza en un cementerio de niños, mujeres y ancianos. Y son igual de crueles todos los que patrocinan o callan ante ese genocidio. Gobernantes cobardes que se esconden tras discursos diplomáticos mientras miran hacia otro lado, con las manos manchadas de sangre.

Pero aquí, en nuestro propio patio, tampoco estamos mejor. Lo hemos dicho hasta el cansancio: en este país no hay seguridad vial, y los muertos por accidentes de tránsito siguen aumentando como si fueran cifras sin alma. ¿Quién se responsabiliza? Nadie.

Y cuando no es un choque, es una salvajada. Por ejemplo, en Villa La Mata, un camionero desalmado —sí, el mismo que era pareja de la víctima— la golpeó brutalmente y luego la lanzó como un saco de basura a un canal de riego. El hecho ocurrió en el sector Nueva Esperanza (Los Solares), y durante varios minutos ni una patrulla pasó por el lugar. Nadie. Ni un policía.

Y claro, no faltará quien diga que fue «un hecho aislado», como han dicho de los abusos cometidos por oficiales generales que agreden a mujeres indefensas… y en vez de ser sancionados, son ascendidos y premiados por el régimen de Luis Abinader y el PRM. ¿No es eso una vergüenza nacional?

Y hablando de vergüenza, aquí está otra joya institucional. Tenemos en mano la sentencia que condena al director de la Policía Nacional, Ramón A. Guzmán Peralta, junto con la propia institución que dirige, por violar derechos y actuar por encima de la ley. ¿La razón? Impedir —sin justificación legal alguna— que una discoteca que opera dentro de un hotel turístico brinde sus servicios a huéspedes y público general.

Y si todavía alguien duda de los abusos, aquí va un dato con sello judicial:

Sentencia que condena al director de la PN y la propia PN

La sentencia condena al director de la Policía Nacional, Ramón A. Guzmán Peralta, al pago de un astreinte de treinta mil pesos diarios (RD$30,000.00) por cada día que pase sin cumplir con lo ordenado por el tribunal.

Es decir, el jefe de la Policía se cree por encima de la ley, como si aquí mandara un virrey y no una democracia. Eso no es autoridad, señor Presidente. Eso es arbitrariedad con uniforme. ¡Hasta el COBA autorizó el funcionamiento del local!

Entonces, ¿por qué tanta obstinación en cerrarlo? Algo huele mal. ¿Será que hay intereses oscuros detrás del telón? No lo sabemos… pero lo que sí está claro es que la Policía de hoy, más que institución del orden, parece una fábrica de abusos y desorden.

Y para colmo, luego de la sentencia judicial, el “pichón de dictador” no solo ignoró la decisión, sino que tuvo el descaro de mandar oficiales a desalojar a los clientes, violando disposiciones oficiales, permisos legales y hasta el sentido común.

 

¡Qué vergüenza, señor Presidente! Ya es hora de que deje de mirar al techo y haga una limpieza real y profunda en esa Policía que ha perdido la brújula y mantiene su «reforma» en medio de un lodazal.

Vimos la aclaración hecha por el periodista Edward Ramírez, y solo confirma lo que ya sabemos: En República Dominicana cualquiera puede caer preso. Y peor aún, los abusos y maltratos no se reparten por error, sino por perfil.

Porque hoy día, lo que se ve en los predios policiales es un espectáculo grotesco: los delincuentes reciben mejor trato que la gente seria. A ellos se les respetan los derechos; a los decentes, se les pisotean.
¡Y después se llenan la boca hablando de “transformación policial”!

No justificamos los abusos. Ni el maltrato, ni la hora en que Edward estaba ejercitándose en el Estadio Olímpico, que, dicho sea de paso, vive a oscuras y sin seguridad. Pero lo que sí condenamos con rabia y vergüenza ajena, es el papelazo monumental de los jerarcas policiales.

Porque mientras Edward Ramírez estaba bajo custodia de la DICRIM, la propia Policía Nacional informaba al país, como si estuviéramos en un circo, que: “Oficiales policiales, adscritos a la Dirección Central de Investigación (DICRIM), despliegan múltiples acciones en busca del periodista Edward Ramírez, quien se encuentra desaparecido desde la noche del miércoles 30 de julio.”

¡¿Cómo es posible que lo estaban “buscando”, mientras lo tenían preso?! ¿Ven por qué decimos, sin exagerar, que los mandos policiales no tienen control de la institución? O están perdidos en el limbo, o se están burlando descaradamente del país.

Esa es la famosa “nueva Policía” que tanto cacarea el PRM y el presidente Luis Abinader.

Una Policía donde reina el caos, la impunidad, los escándalos de corrupción y hasta los vínculos con el narcotráfico. Una Policía que permite a microtraficantes moverse con libertad, pero maltrata a periodistas, abogados, médicos y ciudadanos sin tacha.

Presidente Abinader, cuando despierte de ese sueño electoral, cuando se quite la venda del supuesto “progreso” y acepte que no vivimos en un paraíso —ni fiscal ni institucional—, entonces tal vez comience a hacer los cambios que el país exige.

Cuando decida sacar la podredumbre y nombrar a un jefe policial sin pecado original, sin manchas ni vínculos oscuros, entonces podremos hablar, quizás, de una verdadera reforma.

Hasta ahora, lo que tenemos es una Policía mal dirigida, podrida en muchos niveles, repleta de abusos, crímenes extrajudiciales y arrogancia institucional.

Y como si fuera poco, con jefes que hacen el ridículo públicamente… mientras se burlan del país.

 

 

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