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¿Quién gobierna: Abinader o la Policía?

¡Cógelo, Picante! Represión, abusos y desapariciones en aumento mientras el país se desangra y peledeístas lloran lágrimas de sangre

Buenos días…

¡Cógelo, Picante! Suenan dos tenientes coroneles como directores en la Policía… otro escándalo más para la fallida “reforma” de AbinaderMensaje de un lector de ¡Cógelo, Picante!

¡Lloran lágrimas de sangre…!

Muchos peledeístas que ayer aplaudían al cacique de turno, al pichón de dictador que gobernaba el país -sí, hablamos de Danilo Medina-, le exigían que expulsaran a Leonel Fernández a patadas del PLD, junto con su equipo.

Hoy, esos mismos andan llorando lágrimas de sangre, porque el «expulsado» es el que se ha quedado con el liderazgo real. Leonel sigue siendo el principal líder político del país, y sin discusión, el jefe natural de la oposición.

¿Y Danilo? Tambaleando como hoja en ventarrón, porque nunca fue líder por convicción ni por carisma: lo era porque firmaba decretos y repartía botellas. Hoy quieren culpar a Leonel por haber abandonado el PLD, cuando fue ese mismo PLD el que lo empujó a la puerta.

¿Y cuál es la realidad ahora? Que el partido de Leonel, el más joven del espectro político, ya es la segunda fuerza nacional. Y cuidado si no le respira en la nunca al PRM, que ha sido un verdadero fracaso en el poder.

El país se hunde en la miseria mientras el gobierno juega a la propaganda. ¿Qué problema han resuelto? ¡Ninguno! Que alguien los señale, si se atreven…Lo del joven Abel Santos, de apenas 19 años, fue una salvajada. Denunciado como desaparecido por sus familiares, terminó apareciendo preso en un destacamento policial. Un abuso descarado que nos hace revivir los años oscuros del balaguerato (1966-1978), cuando la represión era política de Estado.

Y si eso no fuera suficiente, aún duele admitirlo: nos equivocamos en el caso del periodista Edward Ramírez. No contrastamos la información. Nos dejamos arrastrar por versiones sin fundamento. A Ramírez lo detuvieron la madrugada del jueves, cerca del Centro Olímpico, y fue conducido primero al destacamento de Naco y luego, junto con otros 21 detenidos, fue enviado a la Fiscalía Comunitaria del sector. En este caso puntual, la Policía actuó correctamente.

Como no somos voceros del Palacio ni de la Policía, no daremos más detalles. Pero esperamos que el propio Edward Ramírez le cuente al país lo que realmente pasó. Si no lo hace, lo haremos nosotros.

Ahora bien, que en este caso hayan hecho lo correcto no limpia el lodazal de abusos que inunda la Policía Nacional. Los altos mandos no tienen control, y muchos agentes actúan como bestias sueltas, maltratando a la población peor que en los 12 años de terror.

El gobierno del PRM y del presidente Luis Abinader se perfila como el más represivo desde 1978. El mandatario ha permitido ejecuciones, atropellos, y escándalos de corrupción policial sin mover un dedo.

Y por si fuera poco, lo que se está haciendo dentro de la institución raya en lo grotesco: designar a un teniente coronel como director de un organismo, y a un mayor como director de otro, es una violación al reglamento, al sentido común y a la jerarquía misma.

Si esas designaciones son ciertas, Guzmán Peralta debe destituirlo de inmediato. Si el presidente Abinader no lo hace, entonces la versión que circula en los pasillos de que esos nombramientos fueron ordenados por la ministra Faride Raful con el visto bueno del propio presidente, ganará peso. Y eso es un precedente tan peligroso como dañino.

Porque con cada paso en falso, la gestión de Guzmán Peralta está sepultando la imagen del PRM y la credibilidad del presidente Abinader.

Y por si fuera poco, reaparece el “penco” Gonzalo Castillo, quien carga con un expediente de corrupción, queriendo jugar a ser candidato. Pero primero, que responda ante la justicia. Mientras tanto, es poco más que un preso VIP.

Y como si el panorama no fuera ya desolador, el país llora la muerte de un niño de apenas 2 años en El Seibo, desaparecido y hallado sin vida. Mientras tanto, en Jarabacoa otro niño sigue desaparecido… y el presidente sigue pintando el país como un paraíso tropical desde los micrófonos.

¡No señor! Esto no es un paraíso. Esto es un país al borde del colapso moral y social.

 

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