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Abinader anunció, Then ordenó… y Nelson Gutiérrez denunció. ¿Y ahora lo quieren crucificar?

¡Cógelo, Picante! En República Dominicana hemos llegado al colmo: en vez de perseguir al que delinque, el Ministerio Público persigue… ¡al que denuncia!

 

Buenos días…

¡Cógelo, Picante!Si lo que se está diciendo es cierto, ese cuento da miedo. Resulta que al “apóstol” del SENASA, Santiago Hazim, le están atribuyendo una doble contabilidad para “abrir espacio financiero” y engañar a la Sisalril. Así mismo, estilo “cuadre contable de colmado”. Y ahora el seguro está al borde del abismo.

Pero el caso de Nelson Gutiérrez es peor. La Fiscalía del Distrito Nacional lo cita por supuesta difamación e injuria contra el director de la Policía, cuando el único delito que cometió fue hacerse eco de las irregularidades que salieron en una auditoría ordenada por el propio jefe de la Policía, cumpliendo instrucciones del presidente Abinader.Para colmo, fue el propio presidente que en su rendición de cuentas anunció esas auditorías,  para reforzar la “reformar” de la Policía.

Ahora, el Ministerio Público —que debió estar investigando esas irregularidades desde hace dos años— está citando al comunicador que lo denunció. Eso no es justicia, eso es advertencia: “no hables, no denuncies, no te metas”.

Y no es cualquier denuncia: es la que tiene que ver con la propia Policía Nacional y con auditorías ordenadas por el mismísimo presidente. ¿Y entonces, presidente?

El Código Procesal Penal (artículo 262 y siguientes) ampara a cualquier ciudadano a denunciar irregularidades.

La Constitución (artículo 39.1) condena privilegios que rompen la igualdad.

Y el artículo 146.1 ordena castigar la corrupción.

Todo eso está escrito, firmado y jurado. Pero aquí parece que el papel aguanta todo, menos la verdad. Decir la verdad se ha convertido en un delito de difamación e injuria.

Para colmo, el principal responsable de esas irregularidades habría recomendado, ilegalmente poner en retiro al oficial que hizo la auditoría.

Y uno se pregunta: si la auditoría es ilegal, ¿por qué Guzmán Peralta no sometió por difamación a quienes la ordenaron y la realizaron? Ah, porque como dicen en los campos del Este, “el puerco no se rasca en javilla”. Guzmán Peralta es de El Seibo y sabe muy bien por qué no lo hace.

Presidente Abinader, usted habló claro el 27 de febrero de 2023 sobre corrupción y auditorías. ¿Eso fue en serio o fue un relajo? Porque una cosa dice usted y otra hacen sus subalternos. Y eso, presidente, no solo genera inseguridad en la calle, sino inseguridad en el Estado.

Abra los ojos. Con la Policía le puede pasar peor que con el SENASA. Y la Policía no es SENASA. Lo quieren sepultar en vida. No se haga cómplice por omisión.

Y recordemos: usted llamó mentiroso al principal partido de oposición cuando denunció crisis en SeNaSa, lo negó y ahora tuvo que actuar. Igual que en INTRANT.

Ahora, con la investigación de la matanza de La Barranquita, quieren armar otro expediente criminal, pero a un muerto. Resulta que el único sobreviviente se entrega y lo primero que dice es que “el peluquero no era ningún santo”. ¿Y quién se traga ese cuento? Primero “le salieron alas” y escapó. Ahora se entrega y parece una cotorra repetidora, diciendo lo que alguien le escribió. Eso huele malísimo.

Yeni Berenice, Faride Raful: investiguen quién dirigió esa matanza. ¿Por qué la Policía quiso ligar de inmediato a las víctimas con una supuesta red de narcotráfico, secuestro y extorsión? ¿Por qué se llevaron las cámaras? ¿Por qué dejaron que el supuesto cabecilla contara una historia que ni él mismo se cree? Eso parece libreto barato.

Aquí la pregunta no es quién denuncia, sino quién protege a los que deberían estar siendo investigados. Porque mientras tanto, al comunicador que cumple con la Constitución lo quieren crucificar. Y a los que cometen irregularidades, con ellos, se hacen el ciego.

Lo dejamos con esta desvergüenza, esta falta de respeto, esta ausencia total de autoridad y la ridiculez…

Esto es algo ¡insólito! Una acción vergonzosa, una muestra descarada de impunidad, falta de respeto y autoridad inexistente. La ridiculez que impera en la Policía y en la DIGESETT es insostenible. ¡El cambio tiene que llegar ya, y no en lo bajo, sino en los altos mandos! Esto no puede seguir así.

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