El país ta’ vuelto un desastre… y lo que se vio en el Metro no tiene perdón de Dios
¡Cógelo, Picante! Presidente, póngase las pilas, el país no aguanta más corrupción ni inseguridad.

¡Buenos días!
Sin lugar a dudas, la República Dominicana está vuelta un desastre. Aquí pasa de todo… ¡y encima dicen que estamos “avanzando”!
Al que le pique, que se rasque. Nuestra misión es decir las cosas como son, sin complacer peticiones, y punto.
La prima del dólar por las nubes. Los precios de la canasta básica al doble —y cuidado— que en plena pandemia. Los apagones, como una plaga que no veíamos desde hacía más de siete años, y en algunos lugares hasta 24 horas sin luz. El agua potable, un desastre. Meses sin una gota en barrios completos. ¡Vergüenza nacional!
El caos en las calles, desde finales de 2018 a hoy, es insoportable. Escándalos en el Intrant, escándalos en la Digesett… y la lista sigue.
Y mientras tanto, el presidente Abinader y la ministra de Interior, Faride Raful, siguen hablando de “reforma policial”, pero dejan al país en manos de una Policía Nacional con altos mandos embarrados de escándalos, donde no cesan los maltratos, las ejecuciones de supuestos delincuentes (incluyendo menores de edad) y hasta la muerte de ciudadanos sin antecedentes. La inseguridad ya es histórica: miedo en las calles, miedo en las casas, miedo hasta en los rostros de los dominicanos.
Los escándalos del Senasa, el seguro de la mayoría, incluidos empleados públicos y pensionados, son otro golpe al bolsillo y a la confianza.
Por ejemplo, nos cuentan que por el pago extra de un examen que el pasado año se cobraba 200 pesos, hoy se paga 600. ¿Y ahora tenemos subsidiar la corrupción?
Y para colmo, los aguaceros de los últimos días destaparon lo que todo el mundo veía, menos el gobierno, el desastre del Metro que se construye del kilómetro 9 de la autopista Duarte a Los Alcarrizos. Ese video, subido por un ciudadano preocupado, es una vergüenza de marca mayor, al estilo PRM.
https://x.com/i/status/1972069769701740614

Presidente, por Dios… ¡accione! Demuestre en la realidad lo que usted dice en los medios. Este país ya no aguanta más engaño. Y si ese video no es un montaje, cárcel para los que están estafando al pueblo.
¡Cógelo, Picante! exige a los organismos internacionales, como la FAO, que hablen claro y digan la verdad sobre la realidad dominicana. Aquí no hay ninguna maravilla ni paraíso como ellos quieren pintarlo.
En vez de “país de maravillas”, aquí hay miseria, delincuencia a granel, inseguridad, corrupción e impunidad. Un Presidente que no enfrenta las ejecuciones policiales ni los escándalos de la Policía Nacional, ni los desfalcos revelados por las auditorías que él mismo anunció en su discurso de rendición de cuentas el 27 de febrero de 2023. ¿Hasta cuándo?
Que no venga ahora en sus semanales a negar esta realidad. Los ejemplos sobran. Presidente, deje de hablar de “reducción de pobreza” a menos que se refiera a que hay “menos pobreza” porque la gente se está muriendo de hambre.
¿Se puede hablar de reducción de pobreza cuando en cinco años la libra de pollo se duplicó (y hasta triplicó) de precio? Cuando un huevo cuesta el doble. Cuando un plátano pasa de 20 pesos. Cuando una libra de café molido está 150% más cara. Cuando la libra de arroz subió de 30 a 46 pesos. Por Dios, presidente. No deje que sus funcionarios lo pongan a decir mentiras.
Es una vergüenza que ese chin de obras que ha construido el gobierno del PRM, esté lleno de irregularidades y vicios de construcción.
Si en verdad quiere cumplir sus promesas de enfrentar la corrupción y golpear la impunidad —las mismas que lo llevaron al poder—, Abinader debe ordenar procesar a todos los involucrados en los desfalcos detectados. Que no sea show mediático ni redes sociales, que lleguen a los tribunales, sean generales, coroneles, guardias o policías. Si lo hace, su popularidad vuelve a resurgir.
Presidente, hay que trabajar más y hable menos. Y dígales a sus funcionarios… ya no más mentiras.
Hasta la próxima… Nos espera Frener Bello Arias, aquel que organizó la Digesett, ordenó el tránsito en las grandes ciudades, redujo las muertes por accidentes y aplicó la ley sin contemplaciones, a blancos, negros, ricos y pobres. Eso sí era autoridad.