Aún no aparece la ‘cabeza’ de la matanza de La Barranquita… ¿o no quieren que aparezca?
Si las víctimas estaban desarmadas y no dispararon… ¿quién hirió al policía que dicen resultó herido? ¿Un montaje?

Buenos días…
No sabemos a quién —o a quiénes— se busca proteger, pero la investigación sobre la espeluznante matanza de La Barranquita está coja, maloliente y tuerta de justicia.
O hay orden desde los altares del poder de esconder la cabeza que dio la orden, o la Procuraduría está encubriendo a los autores intelectuales de esa masacre que le salpica sangre al gobierno… y directamente al presidente Luis Abinader, que con su silencio y pasividad se vuelve cómplice por omisión.
Sí, cómplice por omisión, porque un presidente que ve cinco cadáveres, un herido y un informe del INACIF que confirma que todos los disparos salieron de armas policiales, y no actúa, es parte del crimen. Y si eso es así —que no lo dudamos—, entonces el supuesto policía herido fue víctima de sus propios compañeros, solo para montar el teatro del “intercambio de disparos”.
Pero no hubo “intercambio” alguno. Los testigos en la escena lo desmienten. Nadie vio ese supuesto enfrentamiento.
El primero que salió con ese cuento fue el jefe de la Policía, mayor general Ramón A. Guzmán Peralta, quien, a través de su vocero, mintió sin pudor. Volvieron a engañar al país. Y lo peor: el presidente Abinader lo permitió. Porque parece que a este gobierno le encanta la mentira… mientras le evite el costo político.
Mentiras recicladas y sangre fresca. Esa vulgar mentira es una copia del show del 29 de diciembre pasado DEL 2024, cuando el propio Guzmán Peralta puso a su vocero a decir que dos militares y un agente de la DNCD habían caído en un “enfrentamiento” con una patrulla policial. ¡Mentira podrida! Después se comprobó que fueron apresados vivos, esposados, subidos a una patrulla, torturados y ejecutados.
Y el presidente, otra vez, no hizo nada. En aquella ocasión, Abinader no dijo ni pío… Ahora va por el mismo camino. No destituyó a nadie, no exigió rendición de cuentas… y la historia se repite, con sangre nueva y las mismas excusas.
Huelga en el Cibao: el país se calienta. En el Cibao, los ánimos están por explotar. Organizaciones sociales anunciaron una huelga regional para el lunes 27, con reclamos que deberían sonrojar a cualquier gobierno decente.
Allí exigirán hasta el cese a los abusos policiales, una reforma real que respete los derechos humanos y castigo a los excesos de poder. ¡Qué vergüenza para el gobierno!
Pero no es lo único: también exigen frenar el alto costo de la vida, controlar la inflación, y sancionar la corrupción y la impunidad, incluyendo el escándalo del SENASA, que todavía huele a podrido.
¿Te suenan esos reclamos? Son los mismos que hacía el hoy presidente Abinader cuando marchaba en “Marcha Verde”, aquella farsa disfrazada de movimiento ciudadano que solo sirvió para catapultarlo al poder. Marcha Verde fue la gran estafa moral del siglo XXI. Vendió sueños y entregó silencio.
Mientras tanto, los apagones regresan por todo el país y las quejas no cesan.
Desde Santo Domingo Norte, La Victoria y Los Frailes llegan denuncias de escasez de agua, como si fuera normal vivir en un país donde pagar la factura es más fácil que recibir el servicio.
El señor Roberto Santana anunció la construcción de una nueva cárcel en El Seibo. Bien. Ojalá sirva, no solo para encerrar a los que roban un racimo de guineos, sino también a los grandes narcotraficantes de esa zona que hoy pasean su impunidad en política, con camionetas de lujo y apellidos respetables.
La Digesett y el espejismo del “aumento”. El caos del tránsito es otro infierno, su cura. Y los agentes de la Digesett están cansados. Soportan sol, lluvia y humo, con la promesa de incentivos que nunca llegaron.
Les vendieron el sueño del aumento y, como dice el pueblo, “eso viene cuando Colón grite otra vez ¡Tierra!”
Si a coroneles y generales los dejaron esperando, ¿qué será del raso que se juega la vida en la calle?
El país está en piloto automático, y el gobierno, distraído entre excusas, cifras maquilladas y ruedas de prensa inútiles.
Mientras tanto, la sangre de La Barranquita aún está fresca… y la cabeza responsable, sigue escondida.