ACTUALIDADPICANTE

Los pueblos avanzan trabajando, pero no en medios y redes…

¡Cógelo, Picante! En este gobierno, hasta los que huelen a escándalo quieren ser jefes de la Policía… ¡Atención, presidente! Subieron los pasajes de Haití a República Dominicana: entre 42 mil y 60 mil pesos, dependiendo de la ruta. ¡Negocio redondo!

Buenos días…

¡Cógelo, Picante!De entrada: Los pueblos no avanzan tuiteando ni haciendo ruido en redes. Avanzan trabajando y construyendo futuro, y por las redes y los medios… eso no se logra.

De ahora en adelante, la elección del Premio Nobel de la Paz pierde peso, brillo y respeto.

Otorgárselo a María Corina Machado no fue un homenaje, fue una ridiculez monumental que, lejos de engrandecer el galardón, lo empequeñece y deja su prestigio tambaleando.

El Nobel se hizo para quienes detienen guerras, no para quienes las avivan con discursos de odio y división. Y si de mérito político se trata, más se lo merecía Donald Trump, que —aunque polémico— fue quien acercó a enemigos históricos y logró pactos de paz que pocos creían posibles.

Lo de Machado fue puro teatro internacional: una puesta en escena donde la paz es solo el decorado.

En este país, la República Dominicana, todos los problemas tienen solución, si hubiera voluntad política. Pero no se avanza hablando peplas ni montando shows mediáticos. Aquí sobra figureo y falta acción.

Y mientras los funcionarios viven en campaña permanente, el país sigue a oscuras, con apagones, calles destruidas y una ciudadanía cansada de promesas recicladas.

En los medios y redes sociales, abundan los discursos de progreso, inversión y modernidad. Pero en los barrios, no hay agua, no hay luz, no hay seguridad y no hay vergüenza.

El alcalde Dio Astacio vive en los medios repitiendo que “estamos avanzando, estamos invirtiendo en la gente”. Pero la realidad lo desmiente: las principales avenidas parecen cráteres lunares, los vehículos se destruyen en los hoyos, y cuando llueve, hay calles donde ni las lanchas entran. Eso no es progreso, es propaganda vacía.

Y por si fuera poco, el tránsito es un caos total. La Digesett, con agentes agotados bajo sol y lluvia, que siguen esperando el aumento de incentivo prometido hace meses. Otra promesa incumplida. Otro engaño con uniforme.

Mientras tanto, sobran los aspirantes a jefe policial, aunque falten resultados. Nos llegan reportes de que el inspector general de la Policía anda “buscándosela como un toro” para escalar, pero no dice ni pío sobre las irregularidades financieras detectadas cuando fue subadministrador administrativo y financiero del hospital policial.

También se comenta que una hermana del presidente Abinader sigue promoviendo al subdirector general de la Policía para la jefatura, pese a los cuestionamientos que arrastra desde su paso por la intendencia de Armas. Y por cierto… ese mismo oficial nunca explicó las razones de su salida de Cemento Cibao, ni su actual influencia dentro del IPES de la PN. Que lo aclare. Pero con la verdad, no con cuentos.

En Barahona, el director regional de la Policía también sueña con el puesto, aunque su nombre ha salido más veces en escándalos. 

Y en Santiago, el director local -sí, el mismo que debería ser procesado por el caso La Barranquita- todavía aspira al máximo cargo, pese a que su gestión ha sido mucho más sombras que luces. ¡Qué país, carajo!

En el Perú, Dina Boluarte cayó como llegó, entre traiciones, generales y decretos de medianoche. Ahora enfrenta el cerco judicial, con la Fiscalía pidiendo impedimento de salida del país por dos casos abiertos. Su caída fue la más contundente de todas: 121 votos en su contra. La “vagancia política” se volvió epidemia en Lima.

Nos informan que lo de “Ñonguito” no fue un “robo tecnológico”: le robaron la tarjeta y le vaciaron la cuenta.
Y mientras tanto, hay agentes policiales que continúan abusando de ciudadanos, quitándoles motocicletas, aunque tengan todos sus documentos en regla. Eso no es control. Eso es abuso.

Los Derechos Humanos denunciaron el crecimiento imparable de la delincuencia en Santo Domingo Este, especialmente a ambos lados de la Carretera Mella, donde los barrios viven bajo toque de queda de facto. Y los dirigentes comunitarios no se callan, aseguran que el alcalde Dio Astacio se olvidó de las promesas y de los barrios que se inundan cada vez que cae un aguacero, como El Almirante. “¡Barbarazo!”, dicen los vecinos. Y con razón.

Desde la frontera dominico-haitiana nos llega la última: la mafia del cruce. Policías, guardias, dominicanos y haitianos se reparten el pastel. Cobran entre 42 mil y 60 mil pesos por cabeza para pasar haitianos hacia el país, “con entrega incluida”, dependiendo del destino. Eso sí, si es hacia el Este, la tarifa sube. Negocio redondo… y vergonzoso.

En este gobierno todo se resuelve… pero en los medios y redes sociales. Mientras tanto, el pueblo se hunde entre apagones, hoyos, asaltos y promesas incumplidas. Y los que deberían dar la cara, andan detrás de un ascenso o de una cámara.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba