¡Pánico en los altares! Por marcha del pueblo… y por lo que viene del Tío Sam
¡Cógelo, Picante! Los gringos no creen en cuentos. Tienen todo registrado… y con Trump, la piedad no está en agenda.

Buenos días…
La marcha del pueblo fue el regalo adelantado de Navidad para Luis Abinader: una demostración de fuerza que tiñó de verde algunas avenidas del Distrito Nacional y que superó todos los pronósticos.
Leonel Fernández no solo llenó las calles, también sirvió los picantes más fuertes de la temporada, y por la cara del Gobierno… no cayeron nada bien. El discurso fue tan directos que faltó poco para que Leonel bautizara al PRM como “los genios de la frustración”.
Observando. Mientras Leonel hablaba, a Radhamés Jiménez Peña se le escapaba una risita “maliciosa”. Se lo preguntamos, pero no quiso soltar prenda. Alguien cerca murmuró que era porque la marcha no tenía cola… para ningún punto cardinal. Y que él, por dentro, pensaba en el nerviosismo de cierto inquilino del Palacio. ¡Qué jodón…!
Y mientras el líder opositor hablaba, el equipo de ¡Cógelo, Picante! estuvo, simultáneamente, en varios puntos de la marcha, recogiendo impresiones.
La gente está harta:
– del precio del arroz,
– del gas,
– de la gasolina,
– del gasoil,
– de la tarifa eléctrica,
– de los medicamentos…
Pero lo que más quema es la inseguridad.
Y aquí viene lo fuerte: los comunitarios no culpan al mediocre y abusador director de la Policía… culpan directamente al presidente Abinader, porque mantiene una cúpula policial manchada y cuestionada, mientras los delincuentes mandan en las calles y las drogas se venden en los barrios como si fueran vitaminas.
Y para colmo, es lo único que ha bajado de precio. Algo, vergonzoso y peligroso.
Ahora, vayamos al otro picante… Una fuente de la Embajada de EE. UU. —sí, la gringa— nos soltó algo que muchos no se atreven a decir: que el “pequeño gigante”, además de payaso, se notó nervioso en su discurso y que con su historieta, no convence ni al conserje de la sede diplomática.
Pero eso no es todo. Off the record, nos soltaron que hay un nombre —uno muy conocido— en la lista de “los que se van”, que tiene a más de uno en el Palacio con taquicardia.
Nos dijeron el nombre… claro que sí. ¿Repetirlo? No, eso no. ¡Cógelo, Picante! no es perico ni loro entrenado.
Mientras tanto, La Tora anda gozando como si fuera el Carnaval de Río… Y Ángel Martínez, riéndose con eco.
Mire, presidente: voy a hablarle claro. Usted quiere resolver, eso se nota… pero su equipo está en otra misión.
Presidente, levante la voz, dé tres manotazos sobre ese escritorio y barra sin piedad todo lo que huela a corrupción; saque del juego a cualquiera que esté salpicado —directa o disfrazadamente— por la sustancia prohibida
Y para su conocimiento, los grandes cargamentos, dejaron sus boronas regadas por casi todos los barrios del país.
Y, presidente, por su propio bien: no repita la historia de Danilo. No juegue con la Constitución ni con la tentación del tercer mandato. El país está cansado de líderes que intentan eternizarse. Ahí tiene a Danilo: una momia política, sin aire y sin retorno.
Y para los políticos -del Gobierno y la oposición- un recordatorio gratis: En tiempos de Trump, coger dinero de narco–caciques es buscarse un futuro con grilletes. Las consecuencias serán muy dolorosas.
Senador… váyase tranquilo antes de que lo vayan.

Y para la Semanal:
No es la escena de una película de acción… es otro capítulo del abuso descarado que algunos agentes de la DIGESETT cometen día tras día, mientras el tránsito sigue siendo un desastre monumental. Y para colmo, estos maltratos ya compiten —y superan— a los métodos de los famosos 12 años de Balaguer.
En un gobierno que se vende como democrático y respetuoso de los derechos, como el de Luis Abinader, este nivel de brutalidad debería ser inaceptable. Pero, eso no es así, este gobierno es un poquito más de lo mismo… ahí está el video. Observelo:
¡Qué verdugos! Rompieron una macana sobre el motociclista, le lanzaron gas pimienta y hasta le aplicaron descargas eléctricas, como si se tratara de un enemigo de guerra y no de un ciudadano común.

¿Y la tan anunciada “reforma policial”? Pues que la presenten, porque en las calles no se ve por ninguna parte.
A los motoristas les dijeron “plaga”, y cuando a un sector lo etiquetan así, ya usted sabe lo que viene: mano dura sin límites y abuso garantizado. Ahí está el detalle.



