Dina Boluarte, en la guillotina de la Fiscalía

El Congreso peruano le dio el jaque mate a Dina Boluarte, y ahora la expresidenta tiene la sombra de la Fiscalía pisándole los talones.
La gran pregunta en Lima es una sola: ¿Irá Boluarte a parar a la prisión de Barbadillo, el mismo lugar donde los mandatarios peruanos purgan sus “pecados de poder”?
Dicen que cuando uno de los esposos muere y al tiempo el otro lo sigue, los vecinos comentan: “el difunto se llevó a su pareja”.
Desde su celda en Barbadillo, Pedro Castillo parece haber arrastrado a su “viuda política”, Dina Boluarte, la misma que lo traicionó para quedarse con el trono.
Olvidó que la traición siempre cobra factura.
Más desprestigiada que sus predecesores —todos manchados por corrupción y vínculos con la constructora brasileña Odebrecht—, Boluarte se enfrenta a una Fiscalía implacable, decidida a demostrar que ningún mandatario peruano escapa al brazo de la justicia.
Según las investigaciones, la exmandataria desarrolló cierta “debilidad por los relojes de lujo”.
La pregunta es inevitable: ¿cómo los adquirió?
Mientras tanto, otros expresidentes ya conocen bien la ruta del escarnio:
Ollanta Humala, Alejandro Toledo y Pedro Castillo —todos procesados o condenados—, y
Pedro Pablo Kuczynski, cumpliendo prisión domiciliaria.
Con ese historial, la lista de mandatarios en “vacaciones” en Barbadillo ya parece un club de expresidentes VIP.
El binomio Congreso–Fiscalía no tuvo contemplación:
Boluarte fue destituida por “incapacidad moral permanente”, y en su lugar fue designado José Jerí, quien deberá ejercer la presidencia de forma provisional hasta las elecciones generales de 2026.
Pero en el Perú de hoy, donde la política es una ruleta rusa, surge una última pregunta:
¿Llegará el nuevo mandatario a esa fecha… o ya lo están afilando en la misma guillotina?