La extradición de expresidentes a EE. UU.

Ejemplos sobran: tumbar gobiernos o eliminar gobernantes ha sido práctica vieja en Washington.
Lo que cambió fue la excusa. Ahora, el guion no habla de “comunismo” ni de “seguridad nacional”, sino de narcotráfico. Esperan a que los presidentes cuelguen la banda… y entonces los cazan.
La corrupción y el saqueo del erario no les quitan el sueño a las administraciones del Norte. Lo que de verdad activa sus radares son dos palabras: terrorismo y narco.
Ahí está el caso de Juan Orlando Hernández, expresidente de Honduras, que tan pronto dejó el poder fue esposado y enviado directo a Estados Unidos.
Washington se escuda en el narcotráfico para bloquear a Venezuela y a su mandatario Nicolás Maduro, mientras el dedo acusador de Donald Trump ya apunta hacia Gustavo Petro en Colombia.
¿Y recuerdan aquel intento de secuestro en pleno vuelo del presidente boliviano Evo Morales? Un “chepazo” histórico evitó que el águila imperial se saliera con la suya.
Dentro de EE. UU., tener las uñas largas puede ser fatal. Pero robar fondos públicos y arrodillarse ante el Tío Sam… eso no preocupa a nadie.
Mientras tanto, el olfato del águila vuelve a agitar el aire sobre América Latina. Huele a poder, a petróleo, a control. Y entre los matorrales diplomáticos, todos se preguntan: ¿Habrá ya algún expresidente en la mira del águila imperial?



