La inocencia sigue siendo el blanco de Netanyahu en Gaza

A la pregunta: ¿por qué en Gaza la niñez sigue siendo la principal víctima de la criminalidad del sionismo?, la respuesta es tan dolorosa como evidente: porque la sangre se ha convertido en el sostén del régimen israelí.
A meses de iniciada la masacre, las cifras no mienten: cada tregua es una pausa fingida, cada “alto al fuego” un montaje más para el expediente político del primer ministro Benjamin Netanyahu, con la bendición de su socio histórico, Donald Trump.
El reciente acuerdo entre Israel y Hamás, firmado con la mediación de Qatar, Turquía y Egipto, fue eso: una puesta en escena diplomática. Nada más.
Porque apenas se secó la tinta, los bombardeos continuaron.
Y una vez más, los muertos fueron niños.
Un diario local reportó hoy nueve menores asesinados tras un ataque israelí en Gaza.
Entonces, cabe preguntar: ¿dónde están los garantes de la “paz de vá”?
¿Dónde están los que firmaron, los que aplaudieron, los que prometieron humanidad?
La fragilidad del acuerdo era previsible.
Washington instaló en Israel un monstruo político que ya perdió el sentido de límite y compasión.
Por eso, ante tanto cinismo, solo queda una pregunta que arde: ¿qué más debemos esperar, si los niños siguen siendo el blanco?



