Israel blinda su frontera con Egipto y declara “zona militar cerrada”; Hezbolá calienta el frente norte
Tel Aviv endurece su postura y Beirut responde con fuego verbal: “Defender al Líbano es un derecho, no una provocación”.

ORIENTE MEDIO
El polvorín de Medio Oriente sigue encendido. El ministro de Defensa israelí, Yisrael Katz, ordenó al ejército declarar la franja fronteriza con Egipto como “zona militar cerrada”, endureciendo las reglas de enfrentamiento en lo que definió como “una guerra contra el contrabando de armas”.
Katz instruyó al jefe del Shin Bet, David Zini, a clasificar las operaciones de contrabando de drones desde Egipto como “amenazas terroristas”, lo que concede a las fuerzas de seguridad amplias facultades para disparar sin titubeos.
“Estamos declarando la guerra: cualquiera que se infiltre en la zona restringida será un objetivo”, advirtió Katz, asegurando que esos drones “buscan armar a nuestros enemigos en Gaza” y que Israel usará todos los medios para detenerlos.
La decisión se interpreta como una maniobra preventiva ante la escalada de tensiones con Hezbolá y el riesgo de que Egipto se vea arrastrado al fuego cruzado.
Hezbolá: “Defender al Líbano no es una opción, es un deber”
Desde Beirut, Hezbolá no tardó en responder con una carta abierta dirigida al presidente Joseph Aoun, al primer ministro Nawaf Salam y al pueblo libanés, subrayando que “la defensa del Líbano es un derecho legítimo y no una decisión de guerra o paz”.
El movimiento chiita, respaldado por Irán, acusó a Israel de violar sistemáticamente la soberanía libanesa por tierra, mar y aire, e instó a las autoridades locales a no caer en el “chantaje diplomático” que, según ellos, busca el desarme de la resistencia.
“Las armas que protegieron al Líbano no se negocian ni se entregan. Quien cuestione eso comete un pecado nacional”, reza la declaración.
Hezbolá advirtió que los ataques israelíes no solo buscan debilitar a la resistencia, sino quebrantar al país entero e imponerle dictados políticos. Por eso, pidió unidad nacional ante lo que describió como una “guerra híbrida” que combina fuego militar y presiones internacionales.
EE.UU. empuja en la ONU su “Consejo de Paz” para Gaza
Mientras tanto, Estados Unidos mueve sus piezas en el tablero diplomático. Según fuentes de Al Jazeera, Washington distribuyó un nuevo proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU que propone crear un Consejo de Paz para Gaza y un fondo internacional de reconstrucción supervisado por el Banco Mundial hasta 2027.
El plan prevé una fuerza internacional temporal que operará junto a Egipto e Israel, con amplios poderes de seguridad y asistencia humanitaria. La iniciativa, apoyada por Egipto, Qatar, Arabia Saudita, Turquía y los Emiratos Árabes, busca —según Washington— “poner fin al conflicto y garantizar estabilidad”.
Sin embargo, entre bastidores diplomáticos, se comenta que la propuesta tiene el sello del plan Trump de 20 puntos, vinculado al último alto el fuego y al polémico intercambio de prisioneros del pasado 10 de octubre.
340 ataques contra recolectores de aceitunas
Mientras las potencias discuten, el pueblo palestino sigue pagando el precio. Según la Comisión de Resistencia al Muro y los Asentamientos, desde el inicio de la cosecha de aceitunas, a principios de octubre, el ejército israelí y los colonos han perpetrado 340 ataques contra campesinos.
El jefe de la comisión, Mu’ayyad Sha’ban, denunció que las agresiones incluyen palizas, arrestos, bloqueos de caminos y disparos directos, con mayor concentración en Ramallah (107 ataques) y Nablus (94).
“Es una guerra contra el pan de los palestinos”, dijo Sha’ban. “Atacan incluso la paz de los olivos”.
Israel aprieta el cerco, Hezbolá se planta, Estados Unidos vende paz con condiciones y los campesinos siguen contando muertos y heridas. Oriente Medio, una vez más, es un tablero donde los pueblos ponen la sangre y las potencias mueven las fichas.



