Las Torres Gemelas, en la Zona Cero: ¿prólogo de más muertes?
Por Augusto Álvarez
Desde la tragedia del vuelo 587, ocurrida en noviembre de 2001 en las proximidades del aeropuerto JFK, en Queens, Nueva York, han pasado ya veinticuatro años.
Un tiempo que no ha borrado el eco de aquellas dos heridas abiertas: la del 11 de septiembre y la del vuelo que cayó semanas después, llevando consigo nuevos sueños truncos.
Pareciera que las víctimas de las Torres Gemelas reclamaban compañía, y desde los escombros, entre hierros retorcidos y polvo, las almas se alzaron para treparse en el vuelo 587.
Pero el destino no soportó tanto peso, y el avión se desplomó, multiplicando la tragedia.
Los pasajeros del fatídico vuelo —en su mayoría dominicanos— llevaban aún en la mente las imágenes del 9/11, ese día imborrable que cambió al mundo.
Muchos de ellos partieron con la ilusión del regreso, sin saber que el cielo de Nueva York los guardaría para siempre.
Hoy, a la distancia de aquella doble desgracia, recordemos a quienes compartieron con nosotros la vida, el trabajo, los sueños, y quedaron allá, entre las sombras y la luz de la ciudad que nunca duerme.
