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Historia haitiana está cargada de tragedias


Acaba de reunirse la Organización de Estados Americanos (OEA), cuya sede está en Washington, Estados Unidos, con la presencia de 33 de los 35 que la conforman, y el único tema de agenda fue la situación de Haití (no se habló nada de Venezuela), donde impera la violencia de las pandillas, las cuales controlan en un 90 % a Puerto Príncipe.

La sesión de este organismo se produce ante la decisión de Kenia de retirar su misión policial en octubre, donde se encuentra desde el 25 de junio de 2024, con un contingente de 400 hombres armados, los cuales fueron reforzados por otros 200 en julio del mismo año.

Historia haitiana está cargada de tragediasKenia se retira por el incumplimiento de ayudas prometidas por varios países, tanto en equipos, armamentos, dinero y soldados que se sumarían de ciertas naciones caribeñas. Nada. Todo se quedó en palabras. Y la violencia, en vez de disminuir, lo que hizo fue crecer durante el año y pico de permanencia de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad, la cual sería sustituida por la Fuerza de Represión de las Bandas, de acuerdo a la resolución que acaba de tomar la OEA. Pero si no hubo seguimiento ni cumplimiento a la palabra empeñada en asambleas anteriores, inclusive de la ONU, ¿qué nos dice que en esta oportunidad se llevaría a la práctica la decisión tomada?

La ONU, de igual manera, celebraría a partir del 22 del presente mes su 80.ª Asamblea, la que se llevaría a cabo en su sede en New York, y ya el presidente de la República Dominicana anunció que pediría ayuda para Haití. Se pueden anticipar nuevas medidas y ayudas para el país vecino, pero también se puede apostar al desacatamiento y quebrantamiento de lo acordado, porque la experiencia indica que no hay voluntad. No se observa voluntad ni siquiera en naciones como Estados Unidos, Canadá y Francia, que directa o indirectamente tienen compromisos históricos con el pequeño e inestable país.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ofreció 5 millones de dólares de recompensa por Jimmy Chérizier (Barbecue), pero se trata de un anuncio que no tiene sentido, porque si las autoridades norteamericanas se lo proponen, a ese tipo lo agarran en cuestión de días, que de todos modos no sería ninguna solución, porque otro pandillero lo sustituye en el liderazgo. Es un caso que amerita una intervención militar, pero no es verdad que esa potencia va a invertir un centavo ni se va a exponer a que le maten un soldado, uno solo.

Historia haitiana está cargada de tragedias
Jmmy Chérizier (Barbecue)

Los problemas de Haití son complejos. Habría que crear todo: gobierno, justicia, parlamento, registro civil, policía, ejército, inyectar recursos para dinamizar la economía, construir múltiples obras, mejorar servicios de educación, salud, agua potable, energía, viviendas, transporte, entre otros. Nada de eso es posible sin controlar la violencia de las bandas, que cobran millares de vidas de ciudadanos cada año.

Historia haitiana está cargada de tragediasLa historia de Haití habría que estudiarla desde que se produjeron las Devastaciones Osorio, casi dos siglos antes de que alcance su independencia, el 1 de enero de 1804, cuando Jean Jacques Dessalines se declaró jefe de Estado y emperador. Fue el primer país del continente en independizarse, pero al mismo tiempo es el más pobre de todos, inclusive entre los más pobres del mundo.

Sin embargo, ningún país es pobre porque sus ciudadanos lo quieren así. La pobreza de Haití, que es de un 78 %, hay que buscarla en su alta tasa de analfabetismo, que se sitúa en un 28 %, en la ausencia de servicio de salud y en su baja producción económica. Uno de los elementos causales descansa en la gran cantidad de dictaduras que registra la historia de esa nación, aunque hay que reconocer que los espacios de mayor estabilidad política se han registrado bajo gobiernos de fuerza, violadores de derechos humanos y libertades constitucionales.

Tenemos el caso de Boyer, que duró 21 años en el poder; Duvalier (padre e hijo), que duraron unos 29 años; y Pétion, casi 12 años. De los presidentes electos, solo dos han podido culminar sus períodos. Ellos son René Préval (1996-2001 y 2006-2011), así como Michel Martelly (2011-2016).

De todos, los únicos que han mantenido relaciones cordiales y diplomáticas con la República Dominicana son René Préval y, en menor medida, Martelly. Fue bajo el gobierno de Préval, en enero de 2010, que se produjo el terremoto que destruyó a Haití. La solidaridad dominicana no se hizo esperar y el presidente Leonel Fernández se puso a la cabeza para el pedido de ayudas internacionales, y al vecino país le entró unos diez mil millones de dólares, los cuales se evaporaron, desaparecieron. Ni se vio el dinero ni la inversión del mismo.

República Dominicana históricamente ha sido el país más solidario con Haití, pero tenemos nuestros propios problemas como nación y no estamos en condiciones de cargar con una presencia de indocumentados que supera el millón, y haciendo una inversión en educación y salud en esos extranjeros que va en detrimento de los nuestros, por lo que las autoridades empezaron en 2024 a aplicar la Ley 285-04 y se han repatriado a millares de nacionales del vecino país.

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Sin embargo, los sacan por un lado y entran por otro lado, producto de la mafia militar fronteriza y empresarios de la construcción, la agropecuaria, el turismo, entre otros sectores, que optan por la mano de obra haitiana, por su bajo costo y porque no tienen que dotarle de seguridad social, ni siquiera de seguro médico. Sacar a todos los indocumentados es un sueño.

Contrariamente, con la salida de la misión keniana y la falta de ayudas reales de la comunidad internacional, lo que se vislumbra es un incremento de la violencia, producto de la fuerza que tomarían las pandillas, lo que traería como consecuencia la huida de millares de indocumentados hacia la República Dominicana, y el problema se convertiría en un círculo vicioso de nunca acabar.

Haití, en las últimas décadas, es observada como una víctima, y su clase política hace el rol de mendigo en el ámbito internacional. La mejor ayuda que se le puede ofrecer a Haití no es con dinero, es con una intervención militar con equipos, tecnologías y armamentos modernos, que en pocos meses elimine a todos los pandilleros e imponga un gobierno de fuerza, de mano dura, pero que respete los derechos humanos y las libertades, como fue el caso de Omar Torrijos en Panamá. Todo parece indicar que Haití no está preparado políticamente, por el bajo nivel educativo de su población, para una administración democrática.

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