
AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
La primera vez que aprendí que Dios todo lo ve, fue estando muy niño. Había en mi casa la famosa imagen del Sagrado Corazón de Jesús, aquel Jesús cuyo corazón tenía una llama, aún existe en casi todos los hogares donde hay por cierto una abuela.
No importa donde te ubiques, los ojos de la imagen siempre estarán viendo hacia ti, era entonces cuando mi padre Miguel, me decía, pórtate bien que Dios siempre te está mirando y me enseñaba los ojos de Jesús.
Ya de mayorcito encontré innumerables citas bíblicas que te aseguran la mirada siempre de Dios, y pensar que aún así, a veces me comportaba mal.
“En todo lugar están los ojos del SEÑOR, observando a los malos y a los buenos”. Proverbios 15:3, era esta una de las citas bíblicas que más recordaba con frecuencia cuando era malo, hasta que un día decidí pasar a formar parte de los buenos.
Sí, Dios siempre nos ve, está pendiente a nuestras acciones, y aunque nadie te esté viendo, Él sí, aunque nadie escuche o adivine tus intenciones, Él sí, aunque nadie esté fiscalizando tu comportamiento, Él sí.
Vivimos a espaldas de Dios, creemos que, porque lo tenemos todo y no nos falta nada, somos dueños del mundo, y cometemos el error de vivir en el pecado, maltratando a los demás, humillando a la gente, con la indiferencia frente a las necesidades de los demás, deseando que nos rindan pleitesías, que reconozcan nuestra grandeza por la posición o el dinero, y haciendo sentir a los demás más pequeños, porque estamos por encima de ellos.
Pero Dios lo ve todo, y tarde o temprano te llegará tu momento, de rendir cuentas, y no allá arriba, no, aquí en la tierra.
Víctor Martínez te quiere recordar lo que nos dijo Jeremías 32:19, “grande en consejo y poderoso en obras, cuyos ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno conforme a sus caminos y conforme al fruto de sus obras”. Palabra de Dios.
Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias al apoyo recibido por nuestro hermano Nepomuceno Mejía.
Hasta la próxima.