
Mensaje 4192.
AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Uno de esos días en los que tu te preguntas, ¿dónde están?, en que amaneces con la cabeza a mil, pensando en el pasado, en los tuyos, en quienes ayudaste, en lo que pudo haber sido y no fue, en los miles de estudiantes que apoyaste, ayudaste y forman parte de este mundo, no me queda más que pedirle al Señor proteger y bendecir a todo el que pasó por mis manos, donde quiera que se encuentren.
Fue entonces cuando el Señor se las ingenió para responderme y me llega un mensaje como este:
“Hola Víctor Martinez, no sabes la alegría que me ha dado saber de ti. Tu eres el ángel que papá Dios me envió en esa etapa tan difícil por la que atravesé. Me dijiste: “yo me ocupo de la educación y tú de lo demás, yo te aviso si se necesita otra cosa” y eso fue una tranquilidad porque estaba muy abrumada con toda la responsabilidad asumida luego de una separación y divorcio con un padre que se olvidó que tenía hijos que mucho le querían.
Nunca olvidaré y siempre te agradeceré lo que representó para mis hijos ese Colegio El Buen Pastor y tus orientaciones, elevaron su autoestima y hoy son personas de bien, responsables, honestas, con temor a Dios y están encaminando a sus hijos con esos patrones de respeto, amor y solidaridad.
Me encantó el mensaje que nos enviaste y su título me impactó «Buena semilla, buen terreno, buenos frutos». “Gracias, gracias”.
Al leerlo me emocioné mucho y como todo ser humano, ya en esta edad, y a mucha distancia, me afligí más de la cuenta, llorón al fin, se mezclaron mis sentimientos de tristeza y alegría, regocijo, agradecimiento, hasta que par de lágrimas corrían por mis mejillas, entonces recordé:
“Que estaba comenzando un sueño que no acabará, que no debo temer al tiempo, pues la luz del cielo no se apagará. Recordé lo hermoso que es el amor, que cada piedra puede llegar a ser una flor (pues para Dios nada es imposible).
Pensé que en verdad ya no hay sendas que puedan volver atrás, que hay que mantener la esperanza de que un mundo mejor vendrá, que debo seguir sonriendo, dando la mano a todo el mundo, que la vida es gloria y fiesta, cuando hay amor.
Fue entonces cuando levante los ojos a los cielos grises del amanecer frio de Turquía, pero a sabiendas de que en la tierra entera una primavera puede florecer, vi el viento encenderse con mi rubor, el mundo pintándose con su color y canté añorando la presencia de un nuevo sol.
Aquí recordé a René Del Risco, al Maestro Solano, a Fernando Casado, a Mi Patria querida, Dominicana, el país del amor, ojalá todos los que me están escuchando busquen esa canción: “Una primavera para el mundo”, escúchenla como un grito de esperanza y amor, en este convulsionado mundo en el que estamos viviendo.
Dios los bendiga.
Hasta la próxima.



